La justicia rusa impuso este martes nuevas multas a los gigantes estadounidenses Facebook y Twitter, por contenidos considerados ilegales, en un contexto de presión cada vez mayor sobre las redes sociales, especialmente en vísperas de las elecciones legislativas.
Moscú lleva apuntando desde hace meses hacia los gigantes digitales, a los que acusa de no moderar de manera adecuada sus contenidos y en algunos casos de interferir en asuntos rusos, al negarse a eliminar las publicaciones de opositores al Kremlin.
Este martes, Facebook y Twitter, ya sancionados en otras ocasiones, fueron condenados a pagar multas de 21 y 5 millones de rublos (245.000 y 58.200 euros, 289.000 y 68.000 dólares), respectivamente, por negarse a eliminar ciertos contenidos, de acuerdo a la cuenta en Telegram de la justicia moscovita.
No obstante, no trascendió la naturaleza exacta de las infracciones imputadas.
La mensajería Telegram, fundada por el ruso Pavel Durov, también fue multada con 9 millones de rublos (105.000 euros, 124.000 dólares) por motivos similares.
En estos meses, Moscú ha acusado a las redes sociales reiteradamente de mantener en línea publicaciones que promocionan drogas o el suicidio, y otras instando a los menores a manifestarse en apoyo a la oposición.
Moscú además acusa a Google y Apple de “injerencia electoral” por no haber retirado de sus tiendas de aplicaciones la del opositor encarcelado Alexéi Navalni.
Esta aplicación busca dar a los rusos consignas de voto que provoquen la derrota de los candidatos oficialistas en las próximas elecciones legislativas, previstas entre los días 17 y 19 de septiembre.
A fines de enero, el presidente Vladimir Putin juzgó además que los gigantes de internet se encuentran “en competencia ‘de facto’ con los Estados”, haciendo referencia a “intentos de controlar de manera brutal a la sociedad”.
En 2019 Rusia aprobó una ley para el desarrollo de un internet soberano. Las autoridades niegan querer desarrollar una red nacional controlada, como en el caso de China, pero precisamente esto es lo que temen las oenegés y los opositores al Kremlin.
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