La mutilación genital femenina (MGF) como se le denomina al proceso a través del cual se realiza la escisión total o parcial de los órganos genitales de una mujer es una práctica ancestral, que justifica su atrocidad a través de un discurso cultural que “vela” por la pureza a través de la virginidad forzada, para controlar la autonomía corporal, sexual e ideológica de las mujeres, lo que no sólo viola el derecho humano a la salud y la integridad corporal, sino que legitima el abuso patriarcal, ya que se ejerce sin el consentimiento de la afectada.

Hoy, 6 de febrero, se conmemora El Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital, fecha asignada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), desde el invierno de 2003. Sin embargo, la concepción de la MGF de este organismo ha sido criticada innumerables veces, ya que se considera que se enfoca sólo en formas no occidentales de mutilación genital femenina, perspectiva tachada de “imperialismo cultural”, ya que al delimitar las formas en que se ejecuta esta practica se incita al sesgo de género, pues no tienen en consideración la violencia obstétrica, área médica en al que se lleva a cabo la episiotomía.

La episiotomía es una incisión quirúrgica en la zona del perineo femenino, que comprende piel,musculo, y mucosa vaginal. Este corte genital se lleva a cabo por trabajadores de la salud con el objetivo de ampliar el canal “blando”, agilizar el parto y precipitar el emerger del feto. Este procedimiento se ha normalizado con la idea errática que se trata de un paso más, “de rutina” durante el alumbramiento.

La OMS se centra en combatir las formas de mutilación genital femenina ancestrales, que golpean, mayormente, a zonas geográficas como África, Medio Oriente y Asia, en las que más de 200 millones de niñas y mujeres de 30 regiones distintas han sido sometidas a la ecisión genital, de acuerdo con la Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). Pese a que dentro de las leyes y políticas anti-MGF de la OMS se hace mención a las prácticas del personas sanitario, denominadas como “medicalización”, es una forma poco estudiada de la MGF, y asevera que la mutilación genital “es realizada principalmente por practicantes tradicionales”.

Dentro de la terminología y categorización de las clases de mutilación genital de la mujer no hay ninguna que se asemeje, directamente, con la episiotomía, que de acuerdo con la OMS se identifican de esta manera:

Tipo 1: Se trata de la extirpación parcial o total del glande del clítoris (la parte externa y visible del clítoris, que es una parte sensible de los genitales femeninos), y/o el prepucio/ capuchón del clítoris (el pliegue de piel que rodea el glande del clítoris).

Tipo 2: Se la extirpación parcial o total del glande del clítoris y los labios menores (los pliegues internos de la vulva), con o sin extirpación de los labios mayores (los pliegues externos de la piel de la vulva).

Tipo 3: También conocido como infibulación, es el estrechamiento de la abertura vaginal mediante la creación de un sello que lo cubre. El sello se forma cortando y reposicionando los labios menores, o los labios mayores, a veces mediante puntos de sutura, con o sin remoción del prepucio del clítoris/capucha y glande del clítoris.

Tipo 4: Esto incluye todos los demás procedimientos perjudiciales para los genitales femeninos con fines no médicos, por ejemplo, punción, perforación, incisión, raspado y cauterización del área genital.

En este contexto, la Organización de las Naciones Unidos (ONU) tiene un objetivo trazado, erradicar la MGF para el 2030, una lucha aterrizada desde 2012, bajo el lema “No hay tiempo para la inacción mundial: Unión, financiación y acción para eliminar la mutilación genital femenina”. Sin embargo, las expertas y los expertos dudan que este plan se cumpla satisfactoriamente, pues el establecimiento de la agenda mundial excluye prácticas que también las ejecutan.

melc

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