La primera película mexicana en utilizar la virtual production, consistente en proyectar en set escenarios para que los actores no imaginen lo que ven, irá acompañada de un espectro para participar en Cannes.
“Fantasmas y la última pesadilla”, protagonizada por Susana Zabaleta, Giussepe Gamba y Ricardo Fastlicht, es uno de los proyectos seleccionados por el Blood Window Showcase, dentro del mercado de cine del certamen francés, que se enfoca en presentar historias de terror, fantasía y horror que se encuentran en proceso de desarrollo.
La apuesta mexicana, dirigida por Ian Martin, tiene como hilo conductor a un grupo de personas unido por un pasado en el que un fantasma es la clave de todo: una mujer de los 50 reaparece como espíritu 20 años después.
La virtual production es algo que ya se ha visto internacionalmente en series como “The Mandalorian”, de Disney, donde en pantallas especiales que ocupan todo el entorno se proyectan distintos escenarios para que el elenco sienta que está ahí.
Para la cinta nacional fue responsable Franz A. Novotny, especialista en efectos visuales y quien ha colaborado en películas como Escuadrón suicida y la serie House of cards.
“La mayoría de las cosas que se proyectaron para nuestra película son exteriores, eso nos hace mucho más fácil la vida a todos: a nosotros nos abarata costos y tiempo, lo cual es maravilloso y a los actores les permite tener sensaciones más verosímiles. Llevamos ya más de un año en posproducción pero, si no hubiéramos usado esa herramienta, nos habríamos tardado otro año más”, comenta Martin.
“Fantasmas y la última pesadilla” se rodó el año pasado en foros de Guadalajara, donde Karla Castañeda, responsable del diseño de producción, supervisó la construcción de los sets físicos. La artista tapatía colabora también con “Pinocho”, la producción animada de Guillermo del Toro, quien a su vez le producirá su ópera prima.
Más de 500 efectos visuales (hechos en computadora), como especiales (físicos) están integrándose al filme.
“A la película le hace falta que se terminen algunas animaciones y mezcla de sonido, pero ya están 60 minutos listos. Los efectos han sido algo horrible (risas), pero están quedando muy padres”, dice el realizador.
“Ahora buscamos un exhibidor internacional y tenemos muy buena relación con distribuidoras nacionales, queremos que tenga el mayor alcance. Nunca pensamos en festivales, así que esto ha sido una sorpresa”.
Ian sabe que en el mercado las exhibiciones pueden ser dolorosas, pues la gente puede pararse en cualquier momento y retirarse por no verle potencial a una historia o no ser su línea.
Es famosa la anécdota de que durante la función de Amores perros, hace más de dos décadas, muchos asistentes se levantaron corriendo de su butaca apenas unos minutos después de iniciada; cuando se les preguntó la razón, era porque habían decidido llamar a sus empresas para hacerles ver la necesidad de comprarla lo más pronto posible.
“Claro que voy nervioso, será la primera vez que la vea con gente ajena al lado y sólo voy yo, a ver qué pasa”, expresa Martin.