Romantizar la idea de morir en un ring luchando, no forma parte de los pensamientos del gladiador “Soberano Jr.”, quien aprendió a la ‘mala’ que exponerse de más puede costar caro, incluso la carrera en el deporte que eligió como forma de vida. Una lesión que lo alejó por varios meses de la lucha libre, lo aterrizó y le cambió la mentalidad acerca de cómo enfrenta su trabajo en el ring.
“Estamos acostumbrados a dar batallas de alto nivel, a la empresa (CMLL) le agradezco el servicio médico que nos brinda, el cual no te permite seguir la lucha si sufres un golpe fuerte, como antes se acostumbraba, hacíamos daño a nuestro cuerpo y el resultado está en tantos luchadores que no pueden ni caminar, la empresa no quiere que pase eso con sus nuevos elementos”, valora el esteta nacido en la Comarca Lagunera.
“Para qué continuar una lucha rengueando”, lamenta. “Ya me tocó padecer, estar así de la rodilla, aquella vez continué la lucha y tuve siete luchas más, con lo cual solo le hice daño a mi cuerpo, no le hacía nada bien ni a la afición ni a la lucha libre, porque no rendía igual y la gente paga para ver un buen espectáculo”, acepta, quien hace unos días sufrió un nuevo percance, aunque al ser mejor atendido, está de vuelta para luchar.
Esta vez hubo un doctor que lo alertó para detener la batalla, una que había esperado por muchos tiempo retando a “Templario” por su campeonato, pero puso freno a sus deseos de seguir. “Me pidió el doctor que detuviéramos la lucha e hiciéramos análisis, y lo agradezco porque corría el riesgo de lastimarme más”.
“La ignorancia nos mete miedo”, reconoce. “Provoca que hagamos cosas que no debemos, ahora me siento contento de no ser uno más que sube con miedo a luchar después de una operación. Antes de esa cirugía me inyecté cortisona, por seguir los consejos de luchadores viejos me apliqué seis inyecciones poniendo en riesgo mi vida y no servía de nada, ya estaba roto”.
Sin dudar, sentencia. “Estábamos acostumbrados al servicio médico de antes, al de la Comisión, en la enfermería había cosas muy viejas, afortunadamente ya se cambió la creencia de que el luchador aguanta mucho, y lo hacemos, pero también tenemos una familia, que en estos siete meses estuve parado sin ningún ingreso, tuvo que aguantar, no quiero más eso”.
Tampoco elude su responsabilidad. “Es culpa de nosotros. Yo sufrí una lesión en Estados Unidos, me lastimé la clavícula y seguí la gira, dos luchas más que fueron una tortura. Me recomendaron cuatro meses de reposo pero no paré, todo el tiempo con dolor y estar arriba del ring con esa sensación no es bueno. No es de cobardes parar, es más frustrante pasar muchos meses sin trabajar, que abandonar una lucha y descansar unas semanas”.
Ahora lo tiene claro, prefiere detenerse que llegar a su vejez dando lástima o pidiendo luchas a beneficio, “es mi pensamiento y mi forma de ver las cosas, ojalá que más compañeros piensen así para llegar a viejos en buena forma”.