“Este vuelo te lo dedico a ti, México”. Esa es la frase que escribió Katya Echazarreta antes de abordar este sábado la cápsula que la llevaría a convirtió en la primera mujer mexicana en llegar al espacio. Con 26 años y doble nacionalidad, también es la estadounidense más joven en superar la atmósfera terrestre.

Pero el cariño que tiene la joven ingeniera por su país de nacimiento es especial. “Lo hago por ustedes”, dijo Echazarreta en una videocharla con la periodista Laura García, de BBC Mundo.

“Quiero que veas mi historia, que veas todo lo que he hecho y sepas que si tú tienes este sueño, que si quieres hacer lo mismo que yo, tú puedes”, señaló antes de su viaje.

El objetivo que tuvo desde muy niña lo logró este sábado al viajar a más de 3 mil 200 km/h y superar los 100 km de altitud donde comienza el espacio en el cohete New Shepard de la empresa Blue Origin.

“Todos me decían que esto era un sueño de niños, que no iba a pasar, que era imposible. Que debería enfocarme en algo más ‘serio'”, relató Echazarreta. “Cuando una niña se lo diga a alguien, ya no habrá excusa, porque ya pasó, ya lo hice, y ellas podrán también”. “Usa mi experiencia como esa señal que necesitabas”.

La pequeña Katya

Desde que era niña, Katya Echazarreta puso su mirada en el cielo. La joven recuerda que tenía 6 años y estaba con su mamá esperando un autobús cuando supo que el espacio sería su meta. “Recuerdo mucho ese momento. Estábamos solitas y voltee al cielo y luego a ella para preguntarle: ¿cuál es la carrera más difícil que alguien puede tener?”, le cuenta Echazarreta a BBC Mundo. “Me dijo: ‘Eso depende, pero para ti, yo creo que ser astronauta’. Y me acuerdo que le dije ‘Ok, eso es lo que voy a ser'”.

Echazarreta nació en la ciudad mexicana de Guadalajara y a los 7 años se mudó con su familia a la frontera con EU, entre Tijuana y San Diego, donde finalmente se estableció. Como otros migrantes, la nostalgia por sus seres queridos fue importante para seguir su sueño.

“Pasamos muchos, muchos años en San Diego. Pero fue especialmente difícil para mi familia, para mis papás y mis hermanos, estar tan lejos y no poder ver a abuelos, tíos, primos. Éramos los únicos que estábamos en Estados Unidos”, recuerda.

“Para mí es muy importante esa conexión que tenemos con el cielo, las estrellas, el espacio, porque me ayudaba mucho a saber que, aunque estábamos muy lejos, al menos podíamos ambos salir y ver la luna, ver las estrellas, y que estábamos viendo algo muy similar”.

La ingeniera Echazarreta

Desde su época escolar, enfocó su esfuerzo y dedicación hacia la carrera espacial. Estudio ingeniería eléctrica en un colegio comunitario y después continuó en la prestigiosa Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). Continuó como pasante en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) en la NASA en donde le ofrecieron un puesto de tiempo completo.

Llegar ahí no fue fácil: “No teníamos dinero, no teníamos dónde vivir, yo era la única que tenía trabajo. Mis papás se acababan de separar”, explica.

“Lo único que me ayudaba a salir adelante y a continuar era saber que el Universo es tan grande y nosotros somos tan chiquitos. Estamos en este planeta y somos tan chiquitos. Todas las cosas buenas y malas que hayan pasado están en este planeta. Y aunque algo parezca grande o imposible, cuando lo ves desde esa perspectiva es muy chiquito”.

Fue en 2019 que se interesó en un programa de la organización sin fines de lucro Space for Humanity (S4H) para llevar a gente común al espacio para experimentar el llamado “efecto perspectiva”. Llamado en inglés overview effect, es un cambio de consciencia que han experimentado astronautas al contemplar el planeta desde el espacio y que los inspira a buscar soluciones a los problemas de la humanidad.

“Solicité en 2019 sin tener respuesta, nada, nada, nada, durante un año. Y luego me mandaron un correo de que era semifinalista”, explica Echazarreta.

Pensó que era algo poco probable, que era solo una entre cientos o miles, pero la lista se fue acortando: la joven fue la elegida entre 7 mil aspirantes y es la primera persona que obtiene un pasaje al espacio por S4H, el cual es financiado por los otras personas (muchos de ellos empresarios) que han reservado un asiento en las cápsulas de Blue Origin.

“Después de contestar la última pregunta fue cuando me dieron la noticia. Empecé a llorar y lo primero que dije fue algo de mi mamá”, explica la joven. La emocionante reacción de ambas al recibir la noticia ha sido un momento único.

“Usa mi experiencia”

Volar al espacio requiere de un buen entrenamiento La joven mexicana ya había experimentado pruebas de fuerza g, microgravedad, pérdida de oxígeno y cómo reaccionar a situaciones críticas. “Sí es muy pesado y sí es muy difícil”, reconoce.

Pero tener en la mente cuál es el objetivo final es lo que la ha llevado a salir adelante. “Siempre, siempre, siempre he querido ir al espacio”, cuenta a BBC Mundo.

“La razón número uno para mí es que el espacio siempre me ha ayudado en todo. Es algo que siempre ha estado constante para mí, durante mis momentos más difíciles. Siento una conexión con el espacio exterior que es el fin del ciclo poder verlo con mis propios ojos”. Y más allá de su realización personal, Echazarreta busca que nadie, en especial las niñas y las mujeres, sientan que tienen algún límite a sus sueños solo porque alguien más se lo diga..

Por eso les dice: “Si tú tienes este sueño, que si quieres hacer lo mismo que yo, tú puedes”. “Usa mi experiencia como esa señal que necesitabas para seguir adelante. ¡Tú puedes!”.

melc

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