Moqueo nasal, dolor de cabeza, estornudos, dolor de garganta y tos persistente. Estos son los cinco síntomas más comunes entre las personas que han tenido covid luego de recibir dos o más dosis de la vacuna.
En individuos que no han sido inmunizados, las incomodidades más frecuentes de la enfermedad son, en orden descendente, dolor de cabeza, dolor de garganta, moqueo nasal, fiebre y tos persistente.
Estos descubrimientos llegan luego del seguimiento hecho durante más de dos años en el Reino Unido con una aplicación creada por la compañía de tecnología Zoe.
Los datos los analizan junto a investigadores de la universidad King’s College de Londres y cuentan con el apoyo del servicio de salud público británico NHS.
Lo único que tienen que hacer los más de 4,7 millones de usuarios que están registrados en la plataforma digital es reportar los síntomas que sienten después de obtener un resultado positivo de covid.
Con esto, los expertos analizan la información y ensamblan una especie de ranking de síntomas más comunes, los cuales han cambiado de manera considerable a través de la pandemia.
El trabajo (el cual, hasta marzo de 2022, recibía fondos del gobierno británico) fue clave para identificar rápidamente algunas de las dificultades menos esperadas del covid, tal y como lo fueron la falta de olfato y de gusto.
Un cambio leve, pero relevante
Entre las personas que han tenido al menos dos dosis de la vacuna, los síntomas más comunes de covid han sido:
Moqueo nasal
Dolor de cabeza
Estornudos
Dolor de garganta
Tos persistente
Entre aquellos que no han recibido ninguna dosis, los principales síntomas son:
Dolor de cabeza
Dolor de garganta
Moqueo nasal
Fiebre
Tos persistente
La diferencia principal es que en los no vacunados hubo presencia de fiebre, algo que indica un problema más serio.
También reportaron más dolores de cabeza y dolores de garganta en comparación con aquellos que recibieron dos o más dosis de la vacuna.
“Hay razones para explicar este cambio, como el hecho de que los individuos vacunados tienen síntomas menos severos”, aseguraron los responsables del experimento en una publicación hecha en el sitio oficial de la app Zoe el 25 de Abril.
“También necesitamos considerar que se reporta un mayor número de casos en individuos jóvenes, quienes suelen reportar síntomas menos severos y distintos”, agregan.
Los autores advierten que el ranking de los síntomas se basa únicamente en la información que se comparte en la aplicación. Esto, entonces, no toma en cuenta la circulación de variantes específicas del coronavirus.
También vale la pena recordar que los síntomas de covid pueden variar bastante. La lista completa de síntomas de la enfermedad, según el servicio público de salud del Reino Unido, incluye:
Fiebre
Escalofríos
Tos persistente
Pérdida o cambio en el olfato
Pérdida o cambio en el gusto
Dificultad para respirar
Agotamiento o fatiga
Dolores corporales
Dolor de cabeza
Dolor de garganta
Moqueo nasal
Pérdida de apetito
Diarrea
Sentirse enfermo, con náuseas
¿Qué hacer si tengo síntomas de covid?
Según las autoridades nacionales e internacionales, si presentas uno o más de los síntomas típicos de una infección de coronavirus, el primer paso es quedarse en casa y restringir las interacciones con los demás.
Esto es aún más importante si estás en contacto con personas que sean vulnerables a las complicaciones de covid, tales como las personas mayores o los pacientes con un sistema inmune comprometido.
Bajo este contexto, otro paso importante es hacerse un test para confirmar o descartar la enfermedad.
Adicional al RT-PCR, el cual es visto como el método principal y más efectivo de diagnóstico, es posible encontrar exámenes rápidos de antígeno en las farmacias y en los laboratorios.
Si el resultado es positivo, es importante mantenerse aislado de 5 a 7 días.
Si el malestar mejora después de ese tiempo, es posible retomar la rutina. Ahora, si empeoran (o aparecen síntomas más serios, tales como dificultad para respirar) es importante acudir a emergencias.
¿Por qué le da covid a la gente vacunada?
Las vacunas contra la covid se desarrollaron con un propósito principal: reducir el riesgo de desarrollar las complicaciones más severas de la enfermedad, que son las que se relacionan con hospitalizaciones, entubaciones y muertes.
Independientemente del tipo de tecnología detrás de la vacuna, todas tienen el mismo objetivo inicial: exponer nuestros sistemas inmunes a un virus o a una bacteria (o algunas de sus partes) de manera segura.
De este contacto inicial, el cual no afecta nuestra salud, las células que nos defienden generan una respuesta capaz de preparar al cuerpo en caso de que llegue un agente infeccioso real.
Este proceso inmune es extremadamente complicado e involucra un gran batallón de células y anticuerpos. La respuesta inmune, por ende, varía considerablemente dependiendo del tipo de virus, la capacidad que tiene para mutar, la manera en que se desarrolló la vacuna, los problemas preexistentes de la persona…
En medio de todos estos procesos, es muy difícil desarrollar un agente inmunizador que sea capaz de prevenir la infección misma, es decir, bloqueando la entrada de la causa de la enfermedad a nuestras células.
Pero he aquí un punto muy importante: incluso en los casos en los que la vacuna no puede prevenir una infección, muchas veces la respuesta inmune que la vacuna crea puede hacer que los síntomas sean menos severos, previniendo así más enfermedades severas y muertes.
Es lo que ocurre con las vacunas contra los rotavirus y la influenza, por ejemplo: quien sea que las tenga puede infectarse, pero el riesgo de desarrollar complicaciones serias con estas enfermedades se reduce de manera considerable.
Y es exactamente este mismo fenómeno el que estamos viendo con la covid-19: aunque las inmunizaciones disponibles no frenen nuevas olas de casos, están funcionando bien para prevenir el agravamiento de la mayoría de las infecciones.
Prueba de esto son las olas más recientes, que ocurrieron entre el final de 2021 y el comienzo de 2022 y que estuvieron relacionadas con la variante ómicron: aunque muchos países hubieran roto récords en número de casos, las tasas de hospitalizaciones y muertes fueron significativamente más bajas cuando se compara a otros momentos de la pandemia.
Un estudio de los Centros para la Prevención y Control de Enfermedades (CDC) de EE.UU publicado en marzo calculó el alcance de esta protección. La información revela que los adultos que han recibido tres dosis de la vacuna contra la covid tienen un riesgo 94% más bajo de requerir hospitalización, ventilación mecánica o muerte, si se compara con aquellos que no se inmunizaron.
Una tercera prueba sobre este efecto protector llega de la mano del seguimiento que hicieron Zoe y el King’s College y que mencionamos al principio de este artículo.
Algunos síntomas severos de covid, tales como dificultad para respirar y fiebre alta, se vieron de manera mucho más frecuente al principio de la pandemia, cuando las vacunas aún no estaban disponibles.
Luego de las olas de casos y, principalmente, con las dosis que se aplicaron a la gran mayoría de la población, este tipo de síntomas empezaron a caer en el ranking, y de manera gradual fueron reemplazadas en la punta por reportes de molestias menores, tales como moqueo nasal, dolor de cabeza y estornudos.
Desde un punto de vista práctico, el virus puede incluso invadir las células de la boca, nariz y garganta en personas con dos o más dosis de la vacuna, y causar los síntomas típicos de un resfriado.
Afortunadamente, en la mayoría de los casos, el sistema inmune se activa y previene que los patógenos alcancen los pulmones y el resto del cuerpo, lugares donde causaría falta de aliento, fiebre, inflamación y otras consecuencias más serias.