Era el 7 de febrero de 1913, cuando Adela Velarde Pérez sube por primera vez al tren de enfermería en la Ciudad de Chihuahua, al norte de México, su misión a partir de ese momento era atender a los heridos del Ejército Constitucionalista. Ella, Adela prefirió dejar la vida cómoda holgada y sin preocupaciones que le daba su familia de muy buena posición y alentada por Leonor se decidió a servir, no como soldadera, sino como enfermera, inicialmente en el regimiento del Coronel Alfredo Breceda.
Risueña, delgada, y bonita; pronto todos los soldados de la tropa comenzaron a llamarla “Adelita”.
Dice el cronista de Zaragoza, Coahuila, José Alberto Galindo Galindo, que esa Adelita es justamente la de la canción que se hizo popular desde aquellos años, que todos conocemos.
Y como lo dice la historia, Adelita estuvo en el frente de batalla del 7 de febrero de 1913 al 15 de agosto de 1914, atendiendo a los lesionados del Ejército Constitucionalista. Fue así como conoció un día al Sargento Antonio Gil del Río Armenta, militar de las fuerzas de Pancho Villa. Él fue quien le compuso el corrido, que es de los más famosos de la Revolución Mexicana, aunque éste fue arreglado de una canción escrita por Guadalupe Barajas Romero, originario de Huecorio, Municipio de Pátzcuaro, Michoacán.
Primero fue una canción de amor y después un llamado, una arenga, un himno de los soldados para ir a combate; y dice la crónica de entonces que Antonio le llevaba serenata al tren de enfermería para cantarle el ahora famoso corrido.
Pero, ¿quién fue la Adelita?
Adela Velarde Pérez nació en Ciudad Juárez, Chihuahua, justamente un día 8 de septiembre del año 1900. Dicen quienes la conocieron que heredó el carácter fuerte e indomable de su abuelo, el General Rafael Velarde, decidido partidario, pero además, amigo personal de Benito Juárez, a quien protegió de casa en casa durante su presidencia itinerante.
El 20 de noviembre del 2014 la Secretaría de Relaciones Exteriores, a través del Consulado de México en Del Río, Texas, celebró ese día en el 104 aniversario del movimiento armado en la República Mexicana, y ahí tuvo lugar el primer homenaje oficial que se realizó a Adela Velarde Pérez, La Adelita.
El homenaje fue en el cementerio de San Felipe, ahí en Del Río, Texas, en Estados Unidos, donde más de 100 personas se juntaron en torno a su tumba le rindieron homenaje a la mujer cuya vida y entrega a la causa de la Revolución, inspiró una de las canciones más conocidas de todo el repertorio musical en México, traducida, además, a varios idiomas.
¿Por qué sus restos están en Estados Unidos?
Descansan en Estados Unidos porque ella vivió allí hasta que murió en 1971, el 4 de septiembre. Treinta años antes, el 22 de febrero de 1941, la Secretaría de la Defensa de México, otorgó en vida a Adela Velarde Pérez la Condecoración al Mérito Revolucionario y, veinte años más tarde, el 8 de diciembre de 1961 el Congreso de la Unión le concedió pensión vitalicia.
Antonio Gil del Río Armenta compuso sólo un corrido, y aunque nunca se casaron, Adelita tuvo un hijo de él, Antonio, quien murió sirviendo en la Segunda Guerra Mundial.
Adelita acompañó a Antonio Gil durante los triunfos del Centauro del Norte hasta 1914, y luego en la llamada Batalla de Gómez Palacio, él resultó herido de muerte, ella todavía siguió como enfermera hasta la Batalla de Zacatecas, entonces dejó de pertenecer formalmente al Ejército. Con dificultades llegó a la Ciudad de México donde se empleo como mecanógrafa en la administración de correos número uno.
Por esos años la buscó el Coronel Alfredo Villegas, que también aparece en la canción… “hasta el mismo Coronel la respetaba…”.
En 1965, Adelita llegó a la Ciudad de Del Río, Texas; se casó con el Coronel Alfredo Villegas, que para entonces era viudo. Ella llegó a ser muy amorosa con sus nietos. La doctora Elma Villegas, nieta del Coronel, dio información, documentos y fotografías que hicieron posible al doctor José Alberto Galindo Galindo, cronista de Zaragoza, escribir un libro titulado “Bajo un Cielo de Metralla, la Verdadera Historia de La Adelita” editado en 2008.
Así es como se escribió la historia de La Adelita, la del corrido, y existió siendo todo un personaje de la vida real, y que vale mucho.
La Adelita (1914, Antonio Gil del Río Armenta)
En lo alto de la abrupta serranía
Acampado, se encontraba un regimiento
Y una moza que, valiente, los seguía
Locamente enamorada del sargento
Popular entre la tropa, era Adelita
La mujer que el sargento idolatraba
Porque, a más de ser valiente, era bonita
Y hasta el mismo coronel la respetaba
Pues sabía que decía
Aquel que tanto la quería
Adelita, se llama la joven
A quien yo quiero y no puedo olvidar
En el mundo, yo tengo una rosa
Que, con el tiempo, la voy a cortar
Si Adelita quisiera ser mi novia
Y si Adelita fuera mi mujer
Le compraría un vestido de seda
Para llevarla a bailar al cuartel
Una noche en que la escolta regresaba
Conduciendo entre sus filas al sargento
En la voz de una mujer que sollozaba
La plegaria se escuchó en el campamento
Al oírla, el sargento temeroso
De perder para siempre a su adorada
Ocultando su emoción bajo el embozo
A su amada le cantó de esta manera
Y se oía que decía
Aquel que tanto la quería
Si Adelita se fuera con otro
Le seguiría la huella sin cesar
Si por mar, en un buque de guerra
Si por tierra, en un tren militar
Soy soldado y la patria me llama
A los campos que vaya a pelear
Adelita, Adelita de mi alma
No me vayas, por Dios, a olvidar
Y después que terminó una cruel batalla
Y la tropa abandonó su campamento
Por las bajas que causara la metralla
Muy diezmado, regresaba el regimiento
El sargento recordando los quereres
Los soldados que volvían de la guerra
Requiriéndoles su amor a otras mujeres
Entonaban este himno de la guerra
Y se oía que decía
Aquel que tanto la quería
Y si acaso yo muero en campaña
Y mi cadáver, en el campo, va a quedar
Adelita, por Dios, te lo ruego
Que, con tus ojos, me vayas a llorar
Toca el clarín de campaña a la guerra
Salga el valiente guerrero a pelear
Correrán los arroyos de sangre
Que gobierne un tirano jamás
Que si Adelita quisiera ser mi novia
Y si Adelita fuera mi mujer
Le compraría un vestido de seda
Para llevarla a bailar al cuartel