En las últimas semanas, en varios países del mundo han estado aumentando los casos de Covid-19, principalmente debido a la circulación de subvariantes de ómicron más infecciosas y la relajación de las medidas de protección.

¿Cómo logra el SARS-CoV-2, el coronavirus responsable de la actual pandemia, propagarse con tanta facilidad?

En este reportaje de BBC News Brasil, te explicamos cómo es el “camino” que recorre el virus en nuestro cuerpo y lo que sucede cada día desde el momento en que tenemos el primer contacto con el patógeno.

Antes de entrar en detalles, una advertencia importante: las fechas presentadas son solo estimaciones promedio, basadas en información publicada en estudios científicos y revisadas por agencias de salud nacionales e internacionales. Estos plazos pueden variar, por más o por menos, en casos específicos.

Día 0: infección

Todo comienza cuando tenemos contacto cercano con alguien que ya está infectado con el coronavirus.

Cuando esa persona habla, canta, tose o estornuda, libera pequeñas gotas o aerosoles de saliva que transportan partículas de SARS-CoV-2.

La cantidad de virus varía considerablemente de un individuo a otro. “Algunos tienen una carga baja, 10 mil copias virales por mililitro de saliva”, calcula el virólogo José Eduardo Levi, coordinador de investigación y desarrollo de los Laboratorios Dasa.

“La carga promedio oscila entre 10 mil y 1 millón de partículas, pero vemos algunas que llevan hasta miles de millones de copias virales por ml”, compara el especialista, quien también es investigador del Instituto de Medicina Tropical de la Universidad de São Paulo.

Estas diminutas gotitas infectadas pueden lanzarse directamente sobre nuestra cara, o permanecer en suspensión, “vagando” por el ambiente durante minutos o incluso horas (en una dinámica muy similar al humo del cigarrillo), dependiendo de la circulación de aire del ambiente en cada lugar.

En este segundo caso, nosotros mismos inhalamos estos aerosoles durante la respiración.

Y aquí es donde realmente comienza el proceso de infección. El SARS-CoV-2 utiliza la espiga (también conocida como espiga o proteína S), que se encuentra en la superficie de su estructura, para conectarse a los receptores en las células de la mucosa de la nariz, la boca e incluso los ojos.

A partir de ahí, comenzará la rutina común de cualquier virus: invadir la célula y utilizar toda la maquinaria biológica para crear incesantemente nuevas copias de sí mismo.

“En esta replicación produce de 100 a mil nuevos virus en una sola célula”, estima Levi.

“Este es un número tan grande que la célula no puede soportarlo, estalla y muere. Estos virus luego se liberan y repetirán este proceso en las células vecinas”.

Esta replicación masiva, por cierto, tiene que ver con la aparición de variantes del coronavirus. No todos los ejemplares salen iguales y algunos tienen importantes mutaciones genéticas.

Si este cambio en el genoma presenta alguna ventaja para el virus, esto abre el camino para la aparición y propagación de nuevas cepas preocupantes, como las ya conocidas alfa, beta, gamma, delta y ómicron.

Días 1, 2 y 3: incubación

Después de que el SARS-CoV-2 consigue invadir las primeras células de nuestro organismo, la siguiente etapa involucra “ganar terreno” y ampliar el espectro de acción.

Las miles de copias que se liberan de cada célula invadida avanzan cada vez más en el organismo: comienzan a trabajar en la superficie de la cara, después entran en la nariz, bajan hasta la garganta y finalmente llegan a los pulmones.

Este período de evolución silenciosa, en el que la presencia del virus no genera ninguna señal, se conoce entre los expertos como incubación.

“Y hemos notado en los últimos meses que el tiempo de incubación de las nuevas variantes ha disminuido”, observa el virólogo Anderson F. Brito, investigador científico del brasileño Instituto Todos pela Saúde.

Según un informe de la Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido, la incubación de la variante alfa duró un promedio de cinco a seis días.

Durante la ola del linaje delta, esa ventana se redujo a cuatro días.

Con ómicron, el período entre la invasión viral y la aparición de los síntomas se ha reducido aún más y es de solo tres días.

En otras palabras: si antes la persona tenía contacto con alguien contagiado y tardaba casi una semana en mostrar los síntomas típicos de covid, actualmente este proceso es mucho más rápido y puede darse casi de la noche a la mañana.

Cabe mencionar que el tiempo de incubación puede variar: en algunos casos, los síntomas aparecen hasta 14 días después del contacto inicial con el virus.

Días 4 a 14: aparición y evolución de los síntomas

A medida que el virus avanza a través de las vías respiratorias superiores (nariz, boca y garganta), finalmente llama la atención de nuestro sistema inmunológico, que inicia un contraataque.

La primera línea de defensa involucra células como neutrófilos, monocitos y células NK (asesinas naturales en sus siglas en inglés), como se detalla en un artículo publicado en 2021 por dos investigadores del Hospital Universitario de Zhejiang en China.

Con el tiempo, entran en juego otras unidades inmunitarias, como los linfocitos T, que coordinan una respuesta más organizada a la invasión viral, y los linfocitos B, que liberan anticuerpos.

Pero lo importante de todo esto es que los síntomas se dan en algunas personas precisamente por esta reacción inmunológica: la secreción nasal, la tos, la fiebre y el dolor de garganta son, al mismo tiempo, intentos de eliminar el virus del organismo y un efecto de tantas células trabajando de manera incesante.

Pero, ¿cuánto tiempo persisten las molestias? Este período puede fluctuar considerablemente.

“Depende mucho de cada individuo. Hay gente con pocos síntomas que, después de cuatro o cinco días, ya está recuperada. Con otros el mismo cuadro de síntomas demora más en pasar”, señala la infectóloga y viróloga Nancy Bellei , profesora de la Universidad Federal de São Paulo.

“En general, la tendencia es que los peores síntomas, como dolor de garganta y fiebre, duren alrededor de tres días”, estima la especialista, que también es miembro de la Sociedad Brasileña de Enfermedades Infecciosas.

“Después de este período, es normal que las manifestaciones más leves, como secreción nasal y tos, persistan entre siete y diez días”, concluye.

En esta etapa, es importante permanecer aislado y restringir el contacto con los demás tanto como sea posible.

Desde un punto de vista individual, descansar y mantenerse bien hidratado es fundamental para asegurar una buena recuperación y dar “oportunidad” a que el cuerpo reaccione bien.

Tomar algunos remedios sencillos para las molestias de la infección, como la fiebre y el dolor, también puede ayudar.

“Si después de 72 horas del inicio de los síntomas tienes dificultad para respirar o la fiebre persiste, debes buscar atención médica”, sugiere Bellei.

Este mensaje es aún más importante para aquellos que puedan sufrir casos más graves de covid, como los ancianos, los pacientes con enfermedades crónicas y los pacientes con un sistema inmunológico comprometido.

Desde un punto de vista colectivo, permanecer aislado es fundamental para cortar las cadenas de transmisión del virus en la comunidad y frenar el aumento de casos.

Si necesitas salir usa una mascarilla de buena calidad, ya que así es menos probable que transmitas el SARS-CoV-2 a través de las gotas y los aerosoles mencionados anteriormente.

Día 15 en adelante: resolución de la infección (o inicio de síntomas duraderos)

Pasadas hasta dos semanas desde el contacto con el coronavirus, el sistema inmunitario suele “ganar la batalla” e interrumpe su proceso de replicación y destrucción de las células la mayoría de las veces.

Esta victoria, por supuesto, se ve facilitada por la vacunación: las dosis permiten que las unidades de defensa estén “entrenadas” de manera segura para que sepan cómo combatir el patógeno incluso antes de que entren en contacto con él.

En algunos casos, por desgracia, el cuadro no evoluciona tan bien: el virus consigue ganar mucho terreno, llega a órganos vitales (como los pulmones) y genera un cuadro inflamatorio muy grave.

Generalmente, estas situaciones requieren ingreso en la Unidad de Cuidados Intensivos e intubación, además de aumentar el riesgo de muerte.

E, incluso en pacientes que se han recuperado bien, existe un riesgo nada desdeñable de una covid de larga duración, marcada por molestias que duran meses (o incluso años).

Aunque esta área todavía está rodeada de muchas incertidumbres, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE.UU. estiman que hasta el 13,3% de las personas con Covid-19 tienen síntomas de larga duración durante un mes o más.

Alrededor del 2,5% reportan problemas durante al menos tres meses.

También según la institución, más del 30% de los pacientes con covid que fueron hospitalizados aún después de seis meses, siguen teniendo algún malestar, que van desde cansancio y dificultad para respirar hasta ansiedad y dolor en las articulaciones.

Los CDC señalan que “están trabajando para comprender más sobre estas experiencias posteriores a la covid y por qué ocurren, incluido por qué algunos grupos se ven afectados de manera desproporcionada”.

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