El primer ministro Boris Johnson no escapó a la maldición que persigue al inquilino del 10 de Downing Street desde el referéndum que sacó al Reino Unido de la Unión Europea (UE).

Al igual que sus dos predecesores conservadores, la falta de confianza al interior de su partido lo llevó a dimitir. David Cameron dejó el liderazgo del Partido Conservador luego del gran fiasco del Brexit, mientras que su sucesora, Theresa May, entre lágrimas, abandonó la jefatura del Gobierno británico por la imposibilidad de materializar la salida del país del club comunitario, como consecuencia de una campaña de sabotaje al interior de su propia familia política.

Ahora ha sido el turno de Johnson, quien tras una cadena de escándalos no ha tenido otra opción que renunciar.

A las puertas de la residencia oficial, Johnson se dirigió a la nación para renunciar finalmente como líder conservador, aunque permanecerá en el cargo hasta que la fracción política elija al próximo primer ministro, probablemente para otoño.

“Serviré hasta que el nuevo líder sea electo”, dijo Johnson tras anunciar el inicio del proceso de relevo. En un discurso que duró más de cinco minutos, culpó del fin de su mandato a su bancada política, a pesar de que él mismo la instrumentalizó para llegar al poder. “Me entristece dejar el mejor trabajo del mundo (…) es doloroso no terminar tantas ideas y proyectos”.

Dijo estar complacido de que el Reino Unido haya restablecido sus relaciones con la UE y recuperado el poder de hacer sus propias leyes. Se jactó del programa de vacunación más rápido contra el Covid-19 en la UE, de haber sido los primeros en salir de los confinamientos y de liderar la respuesta occidental ante la invasión de Ucrania por parte del gobierno ruso de Vladimir Putin.

El jueves, Londres amaneció preguntándose si el antiguo alcalde de Londres permanecería en el cargo al atardecer. Johnson respondió a los críticos insistiendo en que no abdicaría, pero en el transcurso de la mañana la situación resultó insostenible, más de 50 de los 120 ministros y secretarios miembros de su gabinete, habían renunciado a sus funciones desde el pasado martes, incluyendo algunos de sus más cercanos aliados.

La tormenta política que ha puesto fin al proyecto del controvertido Johnson es ante todo un varapalo para el Partido Conservador, que en diciembre de 2019 logró una victoria arrolladora. Con la promesa de materializar el Brexit, Johnson le dio al Partido Tory el mejor resultado desde Margaret Thatcher en 1987.

Pero dos años y medio de gobierno populista han causado un enorme daño al partido. De contar con 44% de las preferencias electorales en agosto de 2021, hoy suma sólo 33%, contrario a la evolución de la oposición.

De llevarse a cabo elecciones anticipadas, los laboristas serían la primera fuerza política con 40% de los votos, según la última encuesta de opinión divulgada por Politico.

“El reinado de Boris Johnson termina en desgracia, al igual que su amigo Donald Trump. ¿El fin de una era de populismo transatlántico? Ojalá”, escribió en Twi- tter el veterano eurodiputado liberal Guy Verhofstadt.

“Las relaciones entre la UE y el Reino Unido se han resentido enormemente con la elección del Brexit de Johnson. Las cosas solo pueden mejorar”, tuiteó Verhofstadt, federalista acérrimo y excoordinador para el Brexit en el Parlamento europeo.

Estados Unidos continuará su “estrecha cooperación” con el Reino Unido, lo que incluye el apoyo a Ucrania frente a la invasión rusa, dijo el presidente Joe Biden, horas después de que Boris Johnson anunciara su dimisión como primer ministro.

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