Adriana Barraza, la actriz mexicana nominada al Oscar 2007 por “Babel” y que festeja 50 años de carrera, será homenajeada hoy por el Festival Internacional de Cine en Guanajuato y recibirá la Medalla de la Filmoteca de la UNAM, dos instituciones que admira.

De la primera es conocida, yendo en ediciones anteriores; la segunda, dice, ha sido abrevadero cinematográfico para ella.

Su filmografía de más de 70 títulos incluyen, entre otras, “Arrástrame al infierno”, de Sam Raimi; “Rambo: last blood”, al aldo de Sylvester Stallone, “Dora y la ciudad perdida” y “Amores perros”.

Previo al reconocimiento, Barraza quien acaba de terminar el rodaje de “Blue Beetle” para el Universo DC, charló con EL UNIVERSAL y recordó algunos de los momentos que han marcado su vida profesional.

Su papá no la dejaba

En 1972, a los 15 años, Adriana comenzó su carrera actoral con la obra “El juego que todos jugamos” y, por ello, llegaba tarde a casa. Algo que su papá no tomaba a bien.

“Para la familia Barraza, empezando por mi papá y tíos, no fue nada grato que yo entrara en esto. Me acuerdo que de pronto mi papá se enojaba y me decía, ‘estás llegando tarde, vete de esta casa’. Yo respondía: ‘si, mañana me voy’. Y no me iba nunca (risas). El día que se estrenó la obra lo invité y bueno, él era una persona muy hosca, muy complicada, con mucho dolor y por eso tenía problemas de ira. Y ya en la obra, yo le veía la cara y decía: ‘ufs, estamos hablando mal de los papás’, era algo muy estresante para mi. Cuando acabó, bajé las escaleras del escenario, me acerco mi papá y me dice, hosco. ‘ puedes seguir llegando tarde’. Y se dio la media vuelta y se retiró. ¡Le gustó!”.

Un infarto

En el 2000 un infarto provocado por el estrés laboral, la hizo renunciar a Televisa donde había dirigido telenovelas como “Locura de amor” y “Aventuras en el tiempo”. Desde entonces y completamente saludable, dice, goza como nunca los momentos de relajación que tiene.

“Dirigía Aventuras en el tiempo y mi hija se acababa de ir a Europa, así que cuando terminaba de trabajar me quedaba solita en la casa. Me acuerdo que terminaba de estar con mucha gente y decidir todo y llegaba, abría la puerta, me ponía la bata, acariciaba a mis gatos, hacía una sopita y me ponía a ver Betty la fea (risas). Pero lo agradecía, porque todo ser humano necesita momentos para relajarse. En algo industrial, como la televisión, son muchos momentos de trabajo, de decisión, que se requiere algo a solas. Doy gracias a Dios tener esos momentos de descanso, porque no todo mundo puede tenerlos”.

Lo más triste

Para la actriz los problemas económicos se pueden resolver mientras se tiene salud, lo realmente importante, es lo que se deja a nivel personal.

“Cuando murió mi papá no pude estar ni en su velorio, ni en su entierro, porque estaba trabajando y fui hasta el otro día. Me hubiera gustado estar abrazada a mis hermanos que son muy importantes para mi.

“También estar en un set y no poder ir al festival de mi hija que iba a bailar para mi, o llegar tarde. Eso es verdaderamente doloroso para mi. Sabemos que debemos a veces pasar temporadas así. Ya vendrán tiempos en que podamos estar juntos”.

Astucia con hombres

La actriz asegura que nunca experimentó un episodio terrible de acoso o abuso por parte de hombres. Sí hubo quien le tocara sin permiso o un piropo, pero se defendía con algún empujón para hacerles entender su desaprobación. Y no pasaba de más.

“Fui asistente de Martha Luna y a Monterrey llevamos La Perricholi (obra de teatro) y ella me puso a cargo de las luces. Entonces yo estaba con el señor técnico, que agarraba su cuento o periódico para leer, y al que le tenía que decir: prevenido (para la escena) y que pusiera luces, pero ni caso me hacía. Hablo de los 80’s, yo estaba flaquita, chiquita y parecía menor de lo que era y pensé: le voy a llevar una botella de tequila. Cuando se la di, en ese momento todo fue entendido. Si yo le decía algo me decía; si Adrianita. O sea no es que no trabajara, pero me hacía sufrir (risas)”.

Los olvidos

Los actores tienen pesadillas frecuentes que les hace despertar espantados: hay quien sueña que se le olvida el texto, no encuentran el vestuario o salen desnudos al escenario. Adriana dice que la angustia la ha pasado, pero en la vida real.

“Cuando cumplí 40 años de actriz hice un monólogo y me fui al Helénico y pues estás solo y ya. De pronto enmedio de la función digo, ¿qué sigue?. Y me salí del escenario (risas).

La pobre directora, que estaba en las luces, se preguntaba qué estaba yo haciendo. Entonces fui con el traspunte (director de escena) , le dije perdón y quité el guión. Regresé al escenario y como todo era platicado, dije perdón. Ya luego se lo regresé a la persona que se lo había quitado. Fui cínica”.

rad

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