La mexicana Carolina Cano sobrevivió a la estampida que se produjo en las celebraciones de Halloween en Seúl, Corea del Sur “de milagro”. Aunque está bien físicamente, ahora lo que le preocupa es su salud emocional.
Carolina de 21 años, estudiante de Negocios Internacionales, estaba con Juliana Velandia, también mexicana, el sábado en el callejón de Itaewon, cuando la multitud se salió de control. La avalancha deja un saldo, hasta el momento, de 156 fallecidos.
“Eran las 10 de la noche más o menos cuando observamos que en la zona ya había demasiada gente, así que decidimos regresar y tomar el Metro como de costumbre. Desafortunadamente decidimos tomar el callejón del accidente como nuestra vía de salida”.
La multitud las separó y Carolina perdió además su teléfono celular. “Tenía mi cuerpo aplastado, incluso mi cuello, gente gritando pidiendo ayuda y otra tanta inconsciente”, recordó.
“Creí en un momento que no saldría con vida, pues ya no tenía cómo respirar, el aire era denso y tenía el codo del muchacho al lado de mi aplastando mi cuello”.
Así estuvo poco más de media hora, pero lo crítico, añadió, “fueron los últimos minutos antes de ser rescatada”. En esos momentos, “tenía mi cuello más aplastado, apenas podía sacar mi cabeza de la multitud, mis lentes estaban contra mi nariz, estaba ahogándome básicamente”.
A su alrededor, dice, había personas desvanecidas. “Ya no reaccionaban”. Carolina perdió la esperanza de sobrevivir. “Yo estaba despidiéndome de mis papás en mi cabeza y tratando de calmarme cerré mis ojos. Pensé que si eran mis últimos momentos quería irme en paz”. Entonces se produjo lo que la joven mexicana considera “un milagro”. “Abrí mis ojos y vi que comenzaron a jalar gente, un policía o rescatista me jaló del brazo y así es como salí”, comenta. “Es un milagro el haber sido salvada en ese preciso momento”.
Después de salir, con ayuda de una joven y sus amigas, logró localizar a Juliana. “nos abrazamos y lloramos mucho”, confesó.
Aunque Carolina sufrió algunos moretones, la peor parte se la llevó Juliana, a quien le diagnosticaron rabdomiólisis, un padecimiento que se produce cuando el oxígeno no llega a los músculos (ocurre en caso de aplastamiento, por ejemplo) y la descomposición del tejido pasa al torrente sanguíneo, pudiendo dañar después los riñones, además de provocar otras posibles secuelas.
Juliana está en recuperación física, pero tanto ella como Carolina están buscando ayuda sicológica para poder asimilar todo lo que vivieron. Carolina contó que el embajador de México en Corea del Sur, Bruno Figueroa, ha estado en contacto con ellas, pero aún no reciben “una respuesta concreta” en torno a su petición.
Figueroa tuiteó posteriormente que “la Embajada estableció comunicación con ambas para conocer su situación y ofrecer asistencia consular” y que “se encuentra facilitando la provisión de apoyo sicológico y atendiendo otras solicitudes de apoyo”.