En octubre de 2005, el futbol mexicano al fin lo conseguía, al fin se tocaba el cielo.
La Selección Mexicana Sub-17 ganaba la Copa del Mundo de Perú, al derrotar 3-0 a Brasil.
Ahora sí, “a pensar en grande”, esa generación conformada por Carlos Vela, Giovani dos Santos, César Villaluz, Édgar Andrade, entre otros, llevaría al Tricolor a alturas insospechadas. Pero a 17 años de aquel logro, nada pasó, el futbol mexicano no dio el salto y hoy queda uno, sólo un sobreviviente de aquella hazaña, testigo silencioso de lo que puso haber sido.
A Héctor Moreno en ese tiempo le decían “el Grande”. Era el más alto del equipo, de los más maduros, de los que se presagiaba llegaría más lejos.
El nacido en Culiacán, Sinaloa, tomó ese Mundial Sub-17 como trampolín. El logro lo hizo debutar en Pumas y de ahí rápidamente se fue a Europa.
En 2007, Héctor Moreno abandonó el futbol mexicano para jugar en Países Bajos, España, Italia, Qatar, para regresar hasta el año pasado, a los Rayados de Monterrey.
A Moreno le quisieron poner la etiqueta de ser “el siguiente Rafa Márquez”; pero no. Forjó su propio camino, se ganó el respeto del futbol mexicano e internacional y ha sido referente en la Selección Mexicana, comenzando en el Mundial de Sudáfrica 2010, donde era uno de los novatos, y ahora en Qatar 2022 es de los veteranos.
Quizá llegó el momento para el Grande de decir adiós al equipo Tricolor, y con él aquella generación de 2005, la que estaba destinada a cambiar la historia de México, acabará. ¿Sin pena ni gloria? Nunca, porque algo dejó, por lo menos la ilusión de trascender.