Si bien la película La caja toca diversos temas como la desaparición de las mujeres en el estado de Chihuahua, para el director Lorenzo Vigas el tópico principal es lo que tiene que ver con las consecuencias de la orfandad.

“Son temas de la región que entran a jugar en la trama, en donde el corazón de la historia es: ¿qué estás dispuesto a hacer para reemplazar a la figura paterna que no tuviste? ¿Hasta dónde estás dispuesto a ir para obtenerla?”, comentó.

El realizador indicó que esta ausencia es algo muy común en las familias, no sólo en México, sino en Latinoamérica, aspecto que podrá ver el público a partir de hoy en este largometraje protagonizado por Hernán Mendoza y Hatzín Navarrete.

El filme se centra en la historia de un adolescente, quien después de que encuentra los restos mortales de su padre, que estaban en una fosa común al norte de México, coincide con un señor en quien encuentra una posible figura paterna, quien lo orilla a cometer delitos para desaparecer a ciudadanas.

Vigas destacó que fue una película de grandes retos, desde el punto de vista de la producción, que se tardó en hacerla cuatro años, en el que se realizó un trabajo largo de logística.

“Teníamos que negociar con los cárteles para poder filmar en San Juanito, en Creel… cada pueblo está controlado por un cártel distinto, ellos tenían que saber que la película no iba en contra de ellos, que no tenía que ver con ellos. Fue natural que entrara el tema de las mujeres al filmar en Chihuahua”, contó.

El director destacó que el clima jugó un papel importante dentro de la cinta, que mostrará el espectro oscuro que hay dentro de las maquiladoras.

“La nieve era importante para mí, que los climas acompañaran emocionalmente al niño. El gran reto creo que fue que el niño Hatzín soportara la carga de hacer la película, pasó momentos muy fuertes filmando en el desierto con temperaturas muy extremas, un niño de 13 años”.

Aunque en la población de Creel nieva, la producción debía estar atenta. El director destacó que fue muy complejo filmar por las grandes distancias que tenían que recorrer, además por el peso emocional que debían de pasar los personajes.

“Todo ese peso estaba en los hombros de un niño que nunca había hecho una película, fue riesgoso, pero estaba convencido de que haría un gran personaje”.

Para Vigas, es una película que habla también acerca de la búsqueda de la identidad porque vemos lo que es capaz de hacer Hatzin para lograr tener un padre y si vale la pena o no.

“Nos enseña mucho de nosotros mismos”, dijo.

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