Doha.— El fracaso se consumó en el agregado. Salem Al Dawsari venció a Guillermo Ochoa. Todo estaba perdido, aunque ese gol en contra no significó mucho. A la Selección Nacional le faltó una anotación para evitar la catástrofe que hoy la ahoga.
México al fin anotó, al fin ganó en la Copa del Mundo, pero la combinación no se dio y —por primera vez desde 1978— queda fuera de octavos de final.
Victoria sobre Arabia Saudita (2-1), con la que el Tricolor llegó a cuatro puntos, los mismos que Polonia, pero los verdes finalizaron con diferencia de goles de -1; los europeos, en cero.
Hablar de que se cayó con la cara al sol y se dio hasta la última gota de sudor, es insuficiente. La Selección Mexicana venía arrastrando una mala racha, de la cual nunca se recuperó, y en la Copa del Mundo lo pagó.
No le pudo ganar a una débil Polonia, el planteamiento contra Argentina no resultó.
Y frente a Arabia Saudita se quedó corta.
Fracaso de los federativos, que escogieron a un técnico que no se pudo levantar de la crisis, y de un entrenador que actuó con incongruencia a la hora de escoger a los jugadores.
Y ahora… ¿Qué sigue?