Irán vivió nuevas protestas en las que se pidió el fin de la República Islámica en varias ciudades del país, tras varias semanas de relativa calma de la revuelta desatada por la muerte de Mahsa Amini en septiembre.
“Muerte al dictador (por Alí Khamenei, líder supremo iraní)” y “Maldito Khomeini” (por el fundador de la república islámica) fueron algunos de los gritos que resonaron en las ciudades de Teherán, Rasht, Mashad o Karaj, según videos difundidos en redes sociales por el grupo de activistas 1500Tasvir y organizaciones no gubernamentales como Derechos Humanos en Irán (ICH NGO, por sus siglas en inglés) y el Centro para los Derechos Humanos en Irán (ICHRI).
Los manifestantes marcharon por las calles del país coincidiendo con los 40 días de la ejecución de dos presos condenados a muerte por su participación en las protestas, una fecha de luto muy respetada por los iraníes.
Mohammad Mehdi Karami y Mohammad Hosseini fueron ejecutados el 7 de enero por el supuesto asesinato de un basiji -miliciano islámico- en noviembre, durante la revuelta desatada por la muerte de Amini tras ser detenida por no llevar bien puesto el velo islámico.
También resonó en las marchas nocturnas el “mujer, vida, libertad”, eslogan de las protestas protagonizadas sobre todo por jóvenes y mujeres en las que piden más libertades y el fin de la República Islámica.
Estas nuevas protestas se producen tras varias semanas de relativa calma, en las que las manifestaciones habían prácticamente desaparecido a consecuencia de la represión estatal y en particular de las ejecuciones de manifestantes.
El presidente de Irán, Ebrahim Raisí, dio por “fracasadas” las protestas el sábado pasado durante la celebración del 44 aniversario de la victoria de la Revolución Islámica en 1979.
“No nos hemos reunido para simplemente conmemorar el gran día (de la revolución), también porque una vez más la revolución triunfó y los enemigos fracasaron”, dijo Raisí, en un discurso en la plaza Azadi (libertad) de Teherán, epicentro de las conmemoraciones.
Pero las nuevas protestas ponen de manifiesto que el descontento popular permanece a pesar de una represión que ha causado casi 500 muertos y 20.000 detenidos, de los que varios cientos han sido condenados a penas de prisión y 17 a la horca.
Hasta ahora cuatro manifestantes han sido ejecutados, uno de ellos en público.