Para su debut como novelista, el cineasta alemán Werner Herzog (1942) ha publicado “El crepúsculo del mundo”, un texto que se basa en la historia real de un soldado japonés que luchó durante décadas, sin saber que la Segunda Guerra Mundial había terminado. Esta primera novela, editada bajo el sello Blackie Books, funciona como un diario detenido en el tiempo, un guion que se atrapa entre la maleza de la selva y la existencia de su protagonista congelado en la lentitud de su alma, para recorrer una parte del siglo XX.

No es el primer libro de Werner Herzog, pero sí su primer paso a la novela. Él mismo advierte: “Muchos detalles son correctos”, pero, “otros muchos no lo son”. Lo importante para el autor era otra cosa, algo fundamental, algo que creyó identificar durante su encuentro con el protagonista de esta historia, algo que se supone que el cineasta pensó como algo imperceptible para su cámara.

En “El crepúsculo del mundo”, el cineasta narra la historia del japonés Hiroo Onoda, un hombre cuyo nombre no dice mucho, pero su historia sí y resulta familiar. Estacionado en la isla de Lubang, en Filipinas, durante la Segunda Guerra Mundial, recibe la orden de defender el territorio hasta el regreso del Ejército Imperial. Atrincherado en la jungla, Onoda queda aislado de todas las comunicaciones.

En muchos de esos territorios, cuando la guerra llegó a su final, se lanzaron folletos y se reprodujeron mensajes grabados, pero él los descartó, creyendo que se trataba de propaganda enemiga. Permaneció en una isla durante 29 años, realizando ataques de guerrilla contra agricultores locales, librando una guerra que ya no existía.

La historia de Onoda fue descubierta por Herzog durante una investigación para un documental. En 1997, el cineasta se encontraba dirigiendo una cinta en la ciudad de Tokio; cuando se le preguntó a quién le gustaría conocer, él únicamente podía pensar en una persona, en Hiroo Onoda. A partir de ahí, mediante escenas retrospectivas, regresa hasta los años de Onoda en la jungla a través de una serie de cuadros compactos y vívidos.

En esta novela, Herzog reconstruye todo de manera circular, como una trampa; el protagonista del libro deja de vivir en un tiempo lineal para convertirse en un entretenimiento, un experimento de la experiencia y de la propia raza. Herzog presenta en “El crepúsculo del mundo” un personaje para el cual construye una pesadilla perpetua, un hombre en el que el papel del enemigo y soldado se entrecruzan en la noche, entre los deseos de uno que quiere ser olvidado, y otro que aspira a queno olviden convirtiéndose en el héroe de una guerra en apariencia sin fin.

Werner Herzog creció en un remoto pueblo de montaña de Baviera (Alemania). De niño nunca fue al cine, no tenía televisión, ni mucho menos teléfono. En 1961, cuando todavía estaba en secundaria, trabajó como soldador en el turno de noche para producir su primera película. Tenía diecinueve años. Desde entonces ha producido, escrito y dirigido más de cincuenta películas, entre ellas “Aguirre”, “La cólera de Dios”, “El enigma de Gaspar Hauser” y “Grizzly Man”.

Pero no solo se dedica al mundo del séptimo arte, también ha tenido la suerte de publicar algunos títulos que se han convertido en todas unas obras de culto, entre ellos, “Conquista de lo inútil” (Blackie Books, 2010) un diario de rodaje de su mítica cinta Fitzcarraldo, es considerada una de las crónicas más importantes del siglo. Ahora, con “El crepúsculo del mundo” relata uno de los episodios más asombrosos y salvajes de la Historia moderna.

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