Por Rana Moussaoui
Es la primera persona de raza negra que alcanza el reconocido estatus de bailarín “estrella” en la Ópera de París, pero eso es sólo una pequeña muestra de lo que convierte a Guillaume Diop en uno de los talentos del ballet más apasionantes de su generación.
A sus 23 años, Diop superó el rango de primer bailarín que precede al de estrella cuando fue ascendido a principios de este mes, un movimiento poco frecuente en esta compañía de 354 años de estricta jerarquía. “Tengo la sensación de estar soñando”, declaró Diop.
Pero quienes han seguido su corta carrera -y han visto sus saltos explosivos y sus carismáticas actuaciones sobre el escenario- no se sorprenden. Desde 2021, ha asumido papeles principales en “Romeo y Julieta”, “El lago de los cisnes” y La “Bayadere” cuando se lesionaron bailarines más veteranos.
Para “La Bayadere”, solo tuvo tres días para prepararse para el papel principal junto a la “reina” de la compañía, Dorothee Gilbert. “No fue fácil. Tuve unos días locos. Tenía que demostrar que estaba a la altura”, aseguró él. No tiene tiempo para las inevitables reacciones en línea que afirman que sólo fue ascendido debido a una “discriminación positiva”. “Si me dieron estos papeles fue porque me lo merecía”, afirma el bailarín.
Pero tampoco le importa que se refieran a él “como la primera estrella negra”. Su ascenso ha sido una gran noticia en Francia, donde la Ópera de París sigue teniendo muy pocos bailarines no blancos o no franceses. “No me molesta porque es un hecho”, afirma él y cierra: “Si hubiera habido alguien como yo cuando empecé a bailar, habría sido mucho más fácil para mis padres y para mí. Les habría tranquilizado”.
Difícil de creer
Diop fue criado en París por un padre senegalés y una madre francesa. No podían creerse la noticia cuando recibió el reciente galardón, como es costumbre, al final de una actuación, en este caso, durante una gira en Seúl. “Con la diferencia horaria con Corea del Sur, acababan de despertarse… Todavía les cuesta un poco creerlo, pero mi padre está muy orgulloso”, dice Diop con una gran sonrisa.
Considera su condición de estrella como una “hermosa responsabilidad” para representar a la danza francesa en el sentido más amplio, pero también está orgulloso de ser un símbolo por su origen étnico. “Soy consciente de que esto ayudará a los niños a involucrarse en la danza”, remarca.
Diop empezó a tomar clases de danza clásica a los ocho años, a pesar de la preocupación de sus padres y el desánimo de los demás. “La gente me decía: ‘No hay negros en la Ópera’, ‘No te elegirán porque eres negro’. Me decían que tenía el culo grande y los pies planos… Todos los tópicos sobre los negros”.
Una vez que entró en la escuela de la Ópera, hubo menos comentarios, aunque seguía sin estar seguro de si quería dedicarse a la danza o estudiar medicina. Fue asistir a un taller en la famosa escuela Alvin Ailey de Nueva York, y estar rodeado de muchos bailarines afroamericanos, lo que le dio la confianza necesaria para lanzarse de lleno al ballet, y consiguió una plaza en la compañía de la Ópera de París a los 18 años.
En la actualidad, su mayor reto es superar el miedo escénico, sobre todo cuando actuó el mes pasado en una gala para la leyenda del ballet Patrick Dupond. “Allí estaban todos las antiguas estrellas que he visto 12.000 veces en YouTube”, recuerda con una sonrisa, incluidos sus héroes, Nicolas Le Riche y Laurent Hilaire.
Pero convertirse en estrella le permite relajarse en su trabajo, afirma. “Ser seleccionado a una edad temprana es una oportunidad porque puedo crecer con estos papeles y trabajar con más calma”.