El jueves hubo un testimonio crítico en el juicio federal por tráfico sexual de Anton Lazzaro, de 32 años. Gisela Castro Medina, de 21 años, pasó todo el día en el estrado de los testigos, detallando a los fiscales cómo tuvo relaciones sexuales por primera vez con Lazzaro en 2020 después de conocerlo en un sitio web de “sugar daddy”. Ella testificó que solo tuvo relaciones sexuales con él porque él le dio dinero, publicó Fox 9 en su portal de noticias.

Pronto le pidió que reclutara a otras adolescentes para que hicieran lo mismo, una sugerencia que ella inicialmente rechazó. Él le dijo, dijo ella en la corte, que había gente en California que había hecho lo mismo, “casi como casamentero”. “Me asusté”, testificó. “Estaba como si este tipo estuviera loco, este tipo es raro”. ¿Qué hiciste? “Lo cerré. Dije que no”.

Pero finalmente, cambió de opinión y comenzó a comunicarse con otras chicas en Snapchat. Ella testificó que Lazzaro prefería que tuvieran 16 años, fueran blancos, pequeños y sin tatuajes. Pero él sí quería, dijo ella, a las “chicas rotas”. “Nunca mencioné tener sexo con él, pero mencionaría que es un sugar daddy. Creo que la mayoría de la gente está familiarizada con lo que es un sugar daddy y lo que hace”, testificó. La fiscalía mostró múltiples capturas de pantalla de mensajes de Snapchat entre ella y las chicas a las que se acercó, así como conversaciones entre ella y Lazzaro.

Dijo que a medida que pasaba el tiempo, Lazzaro se convirtió en todo su mundo. También dijo que, además de los cientos de dólares que recibía cada vez que enviaba a una niña a Lazzaro, él la alimentaba con un suministro constante de Adderall y pronto se volvió adicta. Los fiscales federales presentaron el caso contra el donante republicano de Minnesota, Anton Lazzaro, por cargos de tráfico sexual en Minneapolis durante las declaraciones de apertura el miércoles. Cuando el FBI entregó órdenes de arresto en el condominio de Minneapolis de Lazzaro, ella testificó que él se puso muy nervioso y quería asegurarse de que no hablaría.

“Lo llamé y me decía que todo salió mal”, dijo, refiriéndose a los agentes federales que interrogaron a Lazzaro. “Y dijo que, a cambio de mi silencio, me compraría una casa y pagaría la futura escuela de posgrado, cualquier cosa”. Los fiscales detallaron el flujo de obsequios y dinero que siguió, incluido darle a Castro Medina $11,000 para comprar un automóvil, pagar una factura de matrícula universitaria de $5,000, cubrir su alquiler y darle una tarjeta de crédito en la que gastó alrededor de $10,000, así como otros obsequios.

En el contrainterrogatorio, la defensa de Lazzaro apuntó a su cooperación con el gobierno, cuestionando la veracidad de su testimonio a la luz de la indulgencia que recibirá. Su acuerdo de culpabilidad exige “asistencia sustancial” para recibir una sentencia más leve. “Estás viendo una cadena perpetua, ¿correcto?”, le preguntaron los abogados a Castro. “Sí”, respondió ella.

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