La quincuagésima primera Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) llega este año con un tema muy claro sobre la mesa: la situación en Nicaragua. Tras los comicios celebrados el pasado domingo, descritos como una “farsa” que no tiene “ninguna legitimidad” por países como Estados Unidos, han despertado las tensiones hemisféricas de nuevo y volverán a demostrar las diferentes facciones dentro del organismo regional.
El agravamiento de la situación nicaragüense, que tiene al continente tenso, será el gran protagonista de esta asamblea, que se realizará de forma virtual. Especialmente después de que Ricardo Zúñiga, subsecretario adjunto para Latinoamérica del Departamento de Estado de Estados Unidos, definiera este martes al gobierno de Daniel Ortega como “una dictadura” que “carece de cualquier mandato democrático”. “Queda claro que Ortega y [Rosario] Murillo han impuesto una dictadura basada en el personalismo y el poder familiar”, añadió el diplomático estadounidense.
Para Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano, la situación de Nicaragua será “el tema que domine” la Asamblea de la OEA. “Dada la extrema gravedad de la situación y el hecho de que la Asamblea General de la OEA viene justo después de la farsa de elecciones, se espera que el foco de atención y debate será sobre Nicaragua”, apuntó.
Una de las claves será ver “hasta qué punto los gobiernos de la región están dispuestos a ir [a la Asamblea de la OEA] para denunciar las barbaridades del régimen brutal de Ortega”.
“¿Habrá voluntad para activar la Carta Democrática y suspender al país de la OEA? ¿Habrá suficientes gobiernos que se resistan a esa decisión en nombre de la no intervención y soberanía nacional?”, se preguntó.
Luego de que el secretario general de la OEA, el uruguayo Luis Almagro, instara a los países de la OEA a responder a lo ocurrido en Nicaragua, Zúñiga recogió el guante. En una conferencia telefónica con periodistas informó que EU usará la Asamblea de la OEA “para presionar por el retorno a la democracia [en Nicaragua] a través de elecciones libres y justas, y el pleno respeto de los derechos humanos”. El gobierno del presidente Joe Biden, desde el fin de semana, ha considerado las elecciones nicaragüenses como una “pantomima” y no ha dudado en advertir que “utilizará todas las herramientas diplomáticas y económicas” a su disposición para atajar la situación en el país centroamericano.
En sintonía con la petición del secretario general de la OEA, el diplomático de EU apuntó que “es importante que en esta reunión de la OEA los países reconozcan lo que está sucediendo en Nicaragua y, a partir de ahí, que se tomen medidas”, empezando por el no reconocimiento de los resultados. No sólo eso: dejó entrever que será necesario un consenso mayoritario de países que forman parte de la organización para promover la rendición de cuentas basados en lo que reza en la Carta Democrática de la OEA.
En el ambiente suena la posibilidad de suspender a Nicaragua de la organización. Para Zúñiga, antes de tomar una decisión de este calibre, “lo importante es poner los elementos y presentar los elementos de los hechos, los acontecimientos que hemos visto ya en Nicaragua, y tener mucha claridad dentro del organismo sobre con quién estamos tratando en Nicaragua y a quién estamos tratando de ayudar, que claramente son los actores democráticos y no los dictadores”.
Las divergencias en cuanto a la situación en Nicaragua serán latentes, especialmente entre el bloque de coalición liderado por EU y países como Argentina, Bolivia o Venezuela que no condenaron la elección y, de hecho, avalaron los resultados de los comicios.
“Lo importante es preguntarle a esos gobiernos una explicación de ese voto”, resumió el diplomático estadounidense. “Quedó muy claro, por parte de las muchas declaraciones a través de toda la región, que o condenaron las acciones del día 7 o sub- rayaron que carecen de legitimidad o de credibilidad esos mismos comicios”, se limitó a reiterar.