Por Oscar Torres
Aquello que dijo Veljko Paunović sobre no tener en la mente la palabra presión no le funcionó para nada al Guadalajara ayer por la noche en el Estadio Jalisco, donde el Atlas sacó una mínima ventaja al ganar el duelo de ida de cuartos (1-0).
Esa etiqueta de favorito que en el Rebaño se presumía para el primer juego del equipo en la Liguilla desapareció muy pronto, porque en la cancha se mostraron incapaces, inoperantes y llenos de errores, sobre todo en los últimos minutos del encuentro.
Todo salió mal a los rojiblancos, primero porque dos jugadas dentro del área de Miguel Jiménez a los 10 y 15 minutos fueron el centro de atención por un buen rato y es que el silbante Ortiz y su cuerpo arbitral omitieron dos contactos dentro de la zona del Wacho.
Primero con Ozziel Herrera y Orozco Chiquete, que bien puede justificarse, pero luego llegó una patada del Tiba Sepúlveda a Julio Furch, ese muy claro, pero no, no hubo penalti para los jueces.
Ya con el ambiente tenso por esas dos situaciones, una mano de Luis Reyes dentro del área le abría el panorama a los de Paunović, pero ni así el Guadalajara la metió.
El disparo a los 28 minutos fue errado por Víctor Guzmán, que con su tiro hizo recordar la trillada frase, “penal mal tirado, penal fallado”, pues Camilo Vargas lo detuvo.
El gol de la victoria rojinegra llegó a los 42 minutos gracias a Julián , al encontrar una pelota en el aire, como las que le gustan y que colocó muy bien en la portería de Jiménez con un potente disparo.
En el segundo tiempo con todo y cambios el Guadalajara buscó reaccionar, pero eso no fue suficiente. Atlas se puso cómodo, controló y no dejó de mostrar peligro ante los vecinos de ciudad.
Cierto es que el resultado no define nada y que el empate global le daría el pase a semifinales a Chivas, pero si de aquí al domingo no se proponen mejorar, el Atlas seguirá siendo el talón de aquiles de los rojiblancos, que no vencen a los Zorros desde abril del 2021.