Por José Meléndez
San José.– Las catrinas se sumaron a las más diversas expresiones culturales de México que se desparraman a diario por América Latina y el Caribe.
Por quinto año consecutivo, un festival de catrinas se desplegó, con una variedad de sabores y músicas provenientes de México, en el Parque Nacional, uno de los emblemáticos de la capital costarricense.
El Parque, que alberga monumentos y bustos para honrar la historia de Costa Rica y a los héroes de las gestas americanas, quedó cubierto por una actividad de color e imaginación con las más diferentes vestimentas de inspiración mexicana… en homenaje a la muerte en unas fechas simbólicas por la conmemoración hoy del Día de Muertos, de los Fieles Difuntos o de Todos los Santos.
“El objetivo es aprender y compartir aún más del significado espiritual y cultural de las catrinas”, afirmó el empresario gastronómico mexicano José Cárdenas, Productor de CBW Marketing y organizador del encuentro, denominado “Katrinasfest”.
Desde los famosos tacos de pastor, birria, quesadillas, tortas de chilaquiles, cochinita pibil, elotes y esquites, sopes y muchas especialidades culinarias de la cultura mexicana hasta repostería, dulces, chocolates, bisutería, helados alegóricos de la fecha y artesanos expertos en panadería completaron la agenda de la cita, con maquillaje artístico al estilo catrinas, bandas rítmicas con más de 200 integrantes, artistas de danza o lucha libre: todo con sello de México.
“Los participantes son una mezcla cultural entre mexicanos y costarricenses que han desarrollado sus productos para los diferentes gustos, lo que permite una mayor integración cultural”, dijo Cárdenas.
Multicolores, deformes y llamativas, las catrinas irrumpieron de manera progresiva a una virtual competencia internacional para recordar a los muertos con festejos contrastantes como Halloween que, de origen europeo, se expandió internacionalmente con una intensa penetración cultural desde Estados Unidos en el trayecto del siglo XX.
Cárdenas recordó que, creada en 1873 por el caricaturista mexicano José Guadalupe Posada (1852-1913) como “calavera garbancera”, la catrina se afianzó como una de las mayores representaciones de la cultura mexicana como exhibición de las clases marginadas como aspiraciones de aparentar ser adineradas y ocultar sus raíces indígenas.
Las catrinas se proyectaron a las más distintas naciones americanas en un escenario en el que, aparte de Halloween, se afianzaron otras añejas costumbres, como recorrer las calles con mascaradas en Costa Rica, cantar, rezar y comer en los cementerios de Guatemala, restaurar tumbas en Honduras y otros países o “enflorar” camposantos en Nicaragua.
Las mascaradas de Costa Rica son muestras de la tradición oral popular y muchas se originaron en la época de la Colonia, por lo que proliferaron en el siglo XX y marcaron hace más de 27 años una vía para defender algunas costumbres criollas de esta época.
En 1997 se estableció al 31 de octubre como Día Nacional de la Mascarada Tradicional Costarricense y, como reflejo de la multiculturalidad y la pluriculturalidad de Costa Rica, con la clara intención de resistencia al Halloween y su incursión social, publicitaria y comercial en noche de brujas y golosinas.
Provistos con pequeños látigos y subidos en zancos, hombres y mujeres vestidos con enormes ropajes multicolores y mascaradas que cubren sus cabezas bailan, corretean y bromean en lo que se consolidó como añejo ritual popular.
Al señalar que hay una mezcla cultural en el hemisferio occidental, el politólogo costarricense Carlos Murillo, director del Centro de Investigación Observatorio del Desarrollo de la (estatal) Universidad de Costa Rica, planteó que “las particularidades de cada país hay que verlas en un contexto más histórico”.
“Es una herencia colonial. Cada virreinato no se conectaba con el otro virreinato. A los virreyes les interesaba tener más el contacto con España (como metrópoli de la Corona) y fueron trayendo prácticas culturales españolas que se mezclaron con las culturas propias de cada virreinato”, adujo Murillo a este periódico.
Al llegar la época de la Independencia, las prácticas españolas “ya estaban bastante integradas y eso hace que encontremos diferencias significativas”, por lo que zonas pequeñas, como Centroamérica, tampoco tienen costumbres “comunes” para ciertos fenómenos, sino que hay diferencias por nación.
“América Latina se caracteriza por ir adoptando cosas importadas de otras regiones y las mezcla con las propias y, por eso, en algunos países más que en otros, sí hay ciertas prácticas muy específicas. Es un estilo latinoamericano con manifestaciones particulares en cada uno de los países”, añadió.
El Día de los Muertos en el norte de Argentina se realizan actos ligados a las demostraciones mexicanas de la efeméride. “La festividad de orígenes mexicanos cuenta con una gran influencia en el resto de los países latinoamericanos que desean rendir homenaje a los que ya no están”, publicó el periódico La Nación, uno de los principales de Argentina.
“Venezuela, Perú, Bolivia, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala y Estados Unidos (…) suelen replicar esta festividad. Incluso en el noroeste argentino se repiten estos rituales de celebración”, agregó el rotativo.
De acuerdo con los informes, provincias (estados) del norte de Argentina, como Salta y Jujuy lo identifican como Día de las Almas y llevan a cabo ritos similares a los de México para agasajar a sus difuntos con la decoración de las casas de habitación con figuras que, a partir de masa de pan, se remiten a los objetos que los muertos más apreciaron.
También se preparan altares para distribuir comidas y bebidas predilectas de los fallecidos en ceremonias con escaleras para acercarse al cielo… y arrimarse a los muertos.