Por Nicole Trejo
La fascinación por lo prohibido, la complejidad de la psique humana y los conflictos morales son algunos de los motores que impulsan el éxito del cine de criminales.
Saber lo que pensaba un ladrón antes de su asalto o qué motivos tenía un asesino son algunas de las interrogantes que se llenan con series actuales como “Better call Saul”, la precuela “Breaking bad”, que sigue la historia Jimmy McGill antes de convertirse en Saul Goodman, la cual obtuvo 53 premios Primetime y Creative Arts Emmy.
“El padrino”, uno de los mejores ejemplos del cine de gánsteres, de Francis Ford Coppola, recurrió a una segunda entrega en 1974 para explicar con flashbacks la historia de Vito Corleone antes de los sucesos de la primera entrega, algo que funcionó en taquilla generando 80 mil millones de dólares más que su presupuesto de creación.
Y recientemente, el caso de “La casa de papel”, la serie española que tras cinco temporadas estrenó Berlín, que se remonta a los años previos en los que gestó al asalto a la casa de moneda.
Basado en esta regla, el director Michael Caleo creó “Sexy beast”, precuela de la cinta homónima del 2000, protagonizada por Ray Winstone como Gary ‘Gal’ Dove, un excriminal retirado que se ve obligado a volver al mundo del crimen después de la llegada de un intimidante, pero astuto delincuente llamado Don Logan.
“Cuando era niño no me dejaban verla”, cuenta el actor escocés James McArdle, quien interpreta a Gal en la serie que se estrena hoy en la plataforma Paramount+.
“La vi a escondidas y recuerdo que me impresionó visualmente, las escenas y el lenguaje me causaron mucha una impresión”, señala en entrevista.
Esto se debe a que sus creadores originales quisieron mostrar el lado más realista del bajo mundo.
Ahora, la serie, que se ubica cinco años atrás de la historia original, se adentra en la psicología de los protagonistas y se presenta como una exploración de personajes emergentes en el inframundo criminal, tomando decisiones que los llevarán hacia el éxito o la ruina”, explica el actor británico.
“Vemos a los personajes emerger aunque ya están en un cierto nivel, pero esta vez se trata de aprovechar las oportunidades y de tener muchas opciones”.
La oportunidad se presenta con el personaje de Teddy Bass: “El señor del crimen”, interpretado ahora por Stephen Moyer, quien destaca la libertad creativa ahora que la historia se sitúa en los años 90, cuando no había internet ni teléfonos celulares.
“Es una historia de gánsteres que se cuenta como ninguna porque, además, retrata la idea de lo masculino en su límite, se trata de hombres puestos en posiciones de miedo y teniendo que hacer cosas porque si no hacen, morirán y tendrán que retroceder en sus vidas”.