Nemo Mettler, un rapero de 24 años y género no binario, obtuvo el máximo galardón de la edición 68 del Festival de Eurovisión, que se realizó ayer en la ciudad sueca de Malmö, acabando así con casi cuatro décadas de sequía para su país, Suiza.

El ganador de esta edición, nacido en la ciudad bilingüe de Biena, en la frontera entre la Suiza francoparlante y la germanoparlante, trabaja actualmente como músico en Berlín, aunque es popular en su país desde hace casi una década.

A finales del pasado año, Nemo, que en sus actuaciones y vídeos musicales alterna ropas masculinas y femeninas, se declaró no binario, y en la canción ganadora de la noche, “The Code”, expresó su lucha interior y exterior para asumir esa identidad de género.

“Fui al infierno y regresé para encontrar el camino. Rompí el código”, dice en el estribillo el tema de Nemo, que enlazó su victoria con otras muchas del colectivo LGBT+ en Eurovisión, incluidas las de la israelí Dana International en 1998 o el austriaco Conchita Wurst en 2014.

Noche tensa por protestas

El evento estuvo marcado por controversias significativas en relación con la participación de Israel.

Varios artistas y activistas llamaron a boicotear el evento debido a la situación en Gaza y las políticas israelíes, lo cual generó debates sobre la naturaleza del concurso.

A pesar de las protestas y llamados a la exclusión, Israel y su participante Eden Golan compitió en el Festival de la Canción tras modificar la letra de su canción, que inicialmente había sido descalificada por su contenido político.

Las protestas y amenazas de seguridad que intensificaron la atmósfera?. Además, a la polémica se sumó un altercado con el representante neerlandés, Joost Klein, que fue descalificado tras una denuncia interna.

melc

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