Por Sebastián García Méndez
Los recientes fracasos de la Selección Mexicana han cobrado factura. La pobre entrada que tuvo el Rose Bowl para el debut de Javier Aguirre es el claro reflejo.
El imponente recinto californiano lució prácticamente vacío, con los 25 mil 261 aficionados que asistieron al inicio de la tercera etapa del Vasco, ante Nueva Zelanda. Es por eso que una de las principales metas de este nuevo proyecto es reconciliarse con la fanaticada.
“La afición está molesta por los malos resultados, pero para seguir mejorando necesitamos estos resultados, que es ganar, y mejorar para tener la gran unión que teníamos antes con los aficionados”, declaró Orbelín Pineda, uno de los anotadores antenoche.
“Que no se desesperen, las cosas pueden cambiar y esperemos que nuestro estadio siempre esté lleno de nuestra afición. Vamos a tratar de dar lo mejor posible y con resultados positivos”, agregó el volante del AEK Atenas.
Jesús Gallardo, uno de los más experimentados en esta plantilla y quien no fue llamado a la Copa América 2024, enfatizó el deseo de que los aficionados se sientan representados por lo hecho en el terreno de juego.
“Esperemos que la gente se identifique primero con nosotros, con la Selección, que vuelvan a apoyarnos. Sabemos que para ellos es un poquito difícil venir, pero estamos tranquilos y motivados con la gente que vino. [Hay que] agradecerles el apoyo, porque siempre tratan de estar”, declaró el futbolista del Toluca.
Por su parte, el técnico de la Selección Mexicana dijo entender a los seguidores tricolores y aunque él no considera que haya sido una mala entrada, sabe que hay mucho por mejorar para llamar a más aficionados. Siguiente parada: Mañana, en el estadio AT&T de Arlington, frente la selección de Canadá.