Con 3.5 millones de casos en lo que va de año, América Latina y el Caribe vivirán probablemente su “peor temporada de dengue”, favorecida por la combinación del fenómeno “El Niño” y el cambio climático, alertó este jueves la OPS.
Esta enfermedad, que provoca fiebre, dolor de cabeza y detrás de los ojos, malestar muscular y en las articulaciones, se transmite a través de la picadura de un mosquito infectado, el Aedes aegypti.
Hasta el 26 de marzo “las Américas registraron más de 3.5 millones de casos de dengue, incluidas más de 1.000 muertes”, afirmó Jarbas Barbosa, director de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en una rueda de prensa.
Es un “motivo de preocupación ya que representa tres veces más casos que los reportados para esta misma fecha en 2023, año récord con más de 4.5 millones de casos notificados en la región”, añadió.
De modo que “probablemente esta será la peor temporada de dengue que se haya tenido en América”, alertó.
El aumento se observa en todos los países de América Latina y el Caribe pero sobre todo en tres del Cono Sur: Brasil (81%), seguido de Paraguay (6%) y Argentina (3,4%), que representan el 92% de todos los casos y el 87% de las muertes.
Esto se debe a que el dengue sigue un patrón estacional y la mayor parte de la transmisión en el hemisferio sur ocurre en el primer semestre del año, durante los meses más cálidos y lluviosos.
Lo llamativo es que en otros países donde se espera “una transmisión alta en la segunda mitad del año”, como en Costa Rica, Guatemala o México, “también estamos viendo actualmente un aumento de los casos”, advirtió el director de la OPS.
Y se observa la presencia del mosquito vector en áreas donde no se tenía constancia, como en Uruguay.
Hay cuatro serotipos de dengue y la circulación simultánea de dos o más puede aumentar el riesgo de epidemias y sus formas graves.
A día de hoy 21 países de las Américas han informado de la circulación de más de un serotipo, señala la OPS.
“Las causas medioambientales juegan un papel clave”, según Barbosa.
“El aumento de las temperaturas y la mayor frecuencia de eventos climáticos extremos como olas de calor, sequías intensas que llevan a la población a almacenar agua de forma inadecuada y tormentas e inundaciones pueden aumentar la proliferación del mosquito vector”, explica.
“La combinación del fenómeno El Niño con los cambios climáticos pone en riesgo todas las grandes ciudades que están en áreas tropicales y subtropicales de la región”, añade, porque el mosquito vector puede proliferar “de una manera muy rápida” en esas zonas.
También afectan los factores sociales, con el rápido crecimiento de la población, la urbanización no planificada, las viviendas precarias, el saneamiento insuficiente y la eliminación inadecuada de residuos.
La mejor forma de controlar la transmisión es eliminar los criaderos de mosquitos, tanto en los domicilios particulares como en lugares públicos como parques, comercios o plazas.
Porque “alrededor del 80% de los criaderos de mosquitos están en las casas de las personas o en las cercanías”, en objetos que almacenan agua, asegura Barbosa.
Esto es mucho más eficaz en este momento, según él, que las vacunas o las nuevas tecnologías como la utilización de una bacteria, Wolbachia, “que puede prevenir que el mosquito se quede infectado por el virus”.
“La vacuna que tenemos disponible no va a doblegar la epidemia de dengue” porque “tiene un alcance limitado”, afirmó en la rueda de prensa el doctor Daniel Salas, gerente ejecutivo del programa especial de inmunización integral de la OPS.
Esta vacuna, recomendada desde los 6 a los 16 años, es de dos dosis que se administran con tres meses de intervalo y los estudios demuestran, según la OPS, que se necesitan ocho años de vacunación para poder tener un impacto importante en la transmisión.
Por su parte la bacteria “es una nueva arma potencial para el futuro” pero por el momento se halla en una fase de estudio piloto, afirmó el doctor Sylvain Aldighieri, director del departamento de previsión, control y eliminación de enfermedades transmisibles de la OPS.
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