Bruselas.— Cuando se trata de ganar el poder apelando al voto ciudadano en las urnas, los políticos están dispuestos a todo, incluso a hacerse de palabras con sus aliados y dar la impresión de división cuando lo que se requiere es mayor unidad.
Esto quedó evidenciado cuando el primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki, en plena campaña electoral y apelando al núcleo más radical de los votantes, lanzó el sorprendente titular de que su país dejaba de suministrar armas a Ucrania.
La decisión de Varsovia fue en respuesta a una disputa comercial iniciada por el presidente ucraniano Volodimir Zelensky ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) por el embargo impuesto a las importaciones de grano ucraniano por parte de Polonia, Hungría y Eslovaquia.
El polémico mensaje fue lanzado sin reparo al delicado momento por el que pasa Europa: la contraofensiva ucraniana se encuentra en un momento crucial de cara al invierno, mientras que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, intenta desvanecer cualquier impresión de agotamiento en la ayuda por parte de la Unión Europea (UE). La titular del Ejecutivo insiste en que acompañarán a Ucrania el tiempo que sea necesario.
Diversos expertos consultados por este diario afirman que una vez que el presidente ruso Vladimir Putin entendió que no puede ganar la guerra iniciada en Ucrania, busca la manera de no perderla.
La apuesta de Putin es al tiempo, al desgaste, al agotamiento de la paciencia de los países aliados que cargan con una parte importante de la defensa ucraniana.
Putin sabe que a diferencia de Moscú, en las capitales de Norteamérica y Europa la opinión pública sí cuenta y los electores apremian o castigan en las urnas a las administraciones vigentes. Por tanto, cada contienda electoral es una oportunidad para crear fricción al interior del frente aliado.
Mientras siga contando con las capacidades logísticas, tácticas, militares y financieras que le permitan creer que es posible prevalecer en la contienda bélica, Ucrania no acudirá a la mesa de negociación ni aceptará demandas que comprometan la integridad territorial. Sólo la presión de Washington, Londres, París, Berlín y de Bruselas haría cambiar la expectativa de una Ucrania independiente capaz de elegir su propio destino.
Retórica electoral
Los polacos van a las urnas el 15 de octubre y el partido gobernante, Ley y Justicia (PiS) aspira a ganar sus terceras elecciones generales consecutivas.
A diferencia de las ediciones anteriores, ahora enfrenta de cerca la competencia de la oposición liberal liderada por la Plataforma Cívica del exprimer ministro polaco Donald Tusk y antiguo presidente del Consejo Europeo, máximo órgano de decisión de la UE.
En tanto que por el flanco derecho, el PiS rivaliza con el Partido Confederación de Libertad e Independencia, de corte ultranacionalista. La extrema derecha contiende por el tercer puesto frente a las fuerzas de centro derecha e izquierda, Tercera Vía y Nueva Izquierda.
“Ante las próximas elecciones en Polonia, el anuncio del primer ministro Morawiecki está claramente motivado por consideraciones electorales”, dice en un análisis David Salvo, experto en gobiernos autoritarios en el German Marshall Fund.
El partido en el gobierno ha hilado triunfos en las urnas, en parte, porque ha sabido explotar los miedos hacia la migración. Desde el éxodo migratorio de 2015, el PiS ha aparentado ser la fuerza que se opone a la supuesta política de puertas abiertas de Bruselas.
Sin embargo, a un mes de las parlamentarias, el “as migratorio” quedó comprometido luego de que el PiS se viera involucrado en un escándalo de corrupción generado por la venta ilegal de miles de visados a inmigrantes de África y Asia.
Al estar en duda uno de sus naipes más valiosos, el partido gobernante ha tenido que explorar otras opciones en busca del voto conservador, localizado en provincia y zonas rurales. La alternativa ha sido la fricción que tienen los agricultores polacos con Ucrania por la importación de productos clasificados como sensibles.
“Además de las consecuencias económicas de importar grano de Ucrania, en la sociedad polaca hay resentimiento hacia los refugiados ucranianos. Aunque esto no cambia el apoyo general de los polacos a Ucrania frente a la agresión rusa, el partido populista gobernante en Polonia se enfrenta a un desafío desde su flanco derecho en estas mismas cuestiones”, sostiene Salvo.
Asegura que la auténtica postura de Polonia frente a Ucrania se revelará tras las elecciones. En caso de que los comicios de octubre no arrojen una ecuación que permita formar gobierno, habrá repetición a principios de 2024.
El gobierno de Morawiecki ha matizado lo dicho respecto a la ayuda militar. En una nota posterior precisó que Polonia seguirá suministrando a Ucrania las armas que ya prometió entregar y el territorio continuará siendo la vía a través de la cual los envíos de otros países seguirán llegando a Ucrania.
De los 29 países que suministraron armas a Ucrania en 2022, Polonia, con 17% del total de los envíos, fue el segundo mayor proveedor, después de Estados Unidos, de acuerdo con el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI).
Muchas de las armas suministradas por Polonia eran artículos de segunda mano procedentes de los arsenales heredados de la era soviética, entre ellos 280 tanques.
Sin embargo, el arsenal excedente que tenía Polonia está a punto de agotarse dejando a su gobierno con poco más que ofrecer, al menos por el momento.
Disputa alimentaria
El pasado 15 de septiembre, Polonia restringió unilateralmente la importación de algunos productos agrícolas ucranianos.
Dos Estados miembros de la UE limítrofes con Ucrania secundaron la medida polaca, Hungría, el socio comunitario más cercano a Putin, y Eslovaquia, que celebra elecciones parlamentarias el 30 de septiembre con la alta probabilidad de que el partido populista prorruso del exprimer ministro Robert Fico emerja como el gran ganador.
La medida fue en reacción a la decisión de la Comisión Europea de no prorrogar la prohibición a la importación a estos países de cuatro productos ucranianos (trigo, maíz, colza y semillas de girasol).
Si bien Bruselas reconoció que los bloqueos impuestos por Rusia a la exportación de granos ucranianos habían provocado una caída de precios y problemas de competencia en los Estados miembros limítrofes con Ucrania, concluyó que la mejor respuesta a la estrategia moscovita de “armamentismo alimentario” era mejorando la cooperación para atender las inquietudes en los países afectados.
Como solución, entre otros, Kiev se comprometió a introducir un sistema de licencias de exportación para evitar envíos indebidos. Además anunció la implementación de medidas para controlar la exportación de las cuatro mercancías, con el fin de evitar cualquier distorsión del mercado.
De manera paralela, la UE abrió la cartera para compensar los impactos causados en los agricultores comunitarios afectados. En marzo movilizó 29.5 millones de euros en apoyo a los campesinos polacos y en mayo añadió al paquete 39.33 millones para Polonia y 5.24 millones para Eslovaquia.
Pese a las medidas, la terna optó por preservar las medidas restrictivas unilaterales en violación al principio de que la política en materia comercial al ser competencia exclusiva de la UE.
“¿Se está debilitando la solidaridad de la UE con Ucrania? No, la UE se mantiene firme en su apoyo a los ucranianos contra la guerra de agresión no provocada de Rusia”, indica Antonio Albaladejo Román, del Servicio de Investigación del Parlamento Europeo, en un análisis sobre la disputa.
Afirma que desde la invasión rusa del 24 de febrero de 2022, la UE, sus Estados miembros e instituciones financieras han movilizado casi 40 mil millones de euros para apoyar al Estado y la economía de Ucrania, y 20 mil millones adicionales en ayuda militar. En tanto que el apoyo a Kiev en la ruta hacia la integración europea se mantiene en dos tercios de los ciudadanos comunitarios.