Un lienzo con paisaje nublado y un pastel en el que se lee “Es 2022 y tengo 27 años” da la bienvenida a la exposición Problemas en el paraíso, de Andrea Villalón (Uruapan, 1995), en Machete Galería.
A la par, Villalón traza el camino de su carrera artística y realiza el tortuoso recorrido de autodescubrimiento que caracteriza a la generación de veinteañeros: “Uno piensa que esta faceta de descubrirse es en la adolescencia, pero conforme te acercas a los 30 ves que no es muy diferente”.
Esta es la tercera exposición en solitario de la joven artista, egresada de la Licenciatura de Artes Plásticas y Visuales de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”. Andrea debutó en medio de la pandemia en este mismo espacio con Después de estar despierta; y en 2021, en Europa (reside en Londres) expuso en solitario en Brigade Gallery, Copenhague, Dinamarca.
“En esta muestra se ha asentado todo lo que he querido decir. Aquí muestro la culminación del principio de descubrir cuál es mi estilo. Me siento más cómoda, empiezo a notar cuáles son mis elementos”, dice Villalón sobre las 16 piezas, entre pintura y vitrales, que exhibe.
Explica que estas pinturas son resultado de la exploración para su primera exposición. “Estaba en un rollo de buscar un estado de lucidez constante y lo logré, pero en ese estado es muy fácil descubrir el absurdo: un espacio oscuro y difícil de confrontar”.
Ahora, la pintora muestra esta faceta melancólica con sus pinturas autobiográficas. “Mis pinturas siempre han sido autorreferenciales, siempre ‘yo, yo, y yo’, autoindulgente, muy solipsista. (Tienen) elementos de mi vida que se repiten, como las pastillas porque tomo antidepresivos, mi anillo de boda, mis diarios”. Las telarañas y velas también son símbolos que ha hecho suyos, que son analogías de su navegar inestable en la vida adulta.
Villalón expuso sus obras “instagrameables” en la 8° edición de Feria Material, con gran respuesta del público, pues fueron de las más fotografiadas y compartidas en Instagram por muchos jóvenes que se identifican con sus mensajes melancólicos.
“Mi obra tiene algo muy gráfico, me dicen que es muy fácil de relacionarse. Mis elementos hablan mucho de mi generación, como los antidepresivos… Yo soy de la generación ‘instagrameable’”, afirma y explica que la aplicación ha sido una herramienta que le ayuda a hacer contactos en la industria del arte, compensando su personalidad introvertida.
Andrea, quien inició su carrera como fotógrafa, también fundó el proyecto Concha eléctrica”, que a través de Instagram crea redes de conexión para mujeres artistas que recién ingresan al mundo del arte y buscan espacios más allá de Internet para exponer.