Por Nicole Trejo
Con la tecnología ha llegado lo imposible, como directores que exhiben orgullosos filmes creados con su celular, películas distribuidas a granel gracias al streaming, e incluso escritores que se auxilian con herramientas de la inteligencia artificial.
Pero ante eso, creadores de renombre, aquellos que exploraron narrativas subversivas en diversos formatos y batallaron con la distribución y financiamiento, como el director Arturo Ripstein y su esposa, la guionista Paz Alicia Garciadiego, no pueden evitar experimentar sentimientos encontrados.
“Sí, ahora es mucho más fácil filmar que en otras épocas porque ahora se hace hasta en el teléfono y con cámaras pequeñitas; es francamente más cómodo, pero ciertamente hay muchísima basura”, dice Ripstein.
“Lo bueno siempre se da en pequeñas dosis. Dios fue muy avaro con la repartición del talento y hoy son pocas las joyas de cine en México”, considera.
Ambos creadores conversan con EL UNIVERSAL con motivo de la remasterización de una de sus películas más icónicas, “La mujer del puerto”, que tendrá su premiere el martes en la nueva Cineteca Nacional de las Artes.
Abrazan la subversión
Desde 2019, tras El diablo entre las piernas, no han forjado un nuevo producto cinematográfico, pues el director subraya que aguardan una historia realmente significativa para la sociedad, pues no sólo se trata de producir en serie.
“En el cine uno no se retira, lo retiran; de pronto te dan la espalda. Yo no voy a decir que me retiro, pero dadas las circunstancias de cómo se están haciendo las cosas y dada mi posición respecto a esas cosas, estoy dando un pasito para atrás, para poder burlarme de lejecitos y si aparece alguna idea que se vuelva dominante la hacemos”.
La cinta, estrenada en 1991, sigue a un marinero (Damián Alcázar) que descubre que su madre dirige una casa de citas y que su hermana ejerce la prostitución. En aquel tiempo, la premisa era desafiar la corrección y abrazar la subversión.
“Todo lo que hemos hecho siempre es ir en contra de ciertos clichés, ciertos hábitos que había que destruir; yo soy viejo cineasta de la época de cuando uno de los paradigmas de la noción del arte era que debe ser peligroso, ahora el arte no lo es”, señala Ripstein.
Lejos del streaming oficial
A pesar del auge de las plataformas, coinciden en que sus películas no son compatibles con ese ecosistema, muy regulado por normas de cancelación.
“Hay muchas cosas del mundo de ahora que no me gustan, que no entiendo y no quiero entender. La corrección política me choca; que uno tenga que pedir perdón por todo, que la gente se ofenda de todo. Nuestras películas suelen ser ofensivas y curiosamente con La mujer del puerto no tuvimos problemas de censura hace 30 años”, dice Paz Alicia.
La guionista reconoce que sus títulos conviven en lo digital gracias a la gente, como en YouTube, “aunque con una calidad pésima”, y no descartan la posibilidad de que en el futuro este y otros títulos se añadan al sistemas de streaming.
“Todavía no, pero lentamente llegará el momento; ahorita todavía los grandes ejecutivos tienen mucho temor a películas que sean así de brutales; ellos sólo cuidan su trabajo, no el arte”, dice la escritora.