A sus 39 años, Usha Vance tiene más experiencia que muchos: graduada de Yale y Cambridge, asistente del presidente de la Corte Suprema de Estados Unidos, John Roberts Jr., y del juez de la Corte Suprema Brett Kavanaugh cuando era juez de apelaciones, abogada litigante en un bufete prestigiado de San Francisco…
Hija de migrantes indios, Usha Chilukuri (su nombre de soltera) es la perfecta encarnación del sueño americano. Y desde hoy, la segunda dama de Estados Unidos.
Usha nació y creció en los suburbios obreros de San Diego, California. Sus padres -un ingeniero mecánico y una bióloga molecular- llegaron a Estados Unidos procedentes de Andhra Pradesh, India. Su familia se esforzó mucho para abrirle a su hija las puertas de un mundo de posibilidades. Ella las aprovechó todas.
“Líder”, “ratón de biblioteca”, “inteligente”, “solidaria”, “prágmática”, Usha logró entrar a Yale,donde se graduó como Licenciada en Historia con summa cum laude y llenó su historial académico de actividades extracurriculares; luego obtuvo una beca Gates en Cambridge y salió con máster en Historia Moderna; en 2013 obtuvo su Juris Doctor en la Facultad de Derecho de Yale.
Además de su inteligencia, sus compañeros y profesores la recuerdan como una mujer que siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás.
Charles Tyler, ahora profesor de Derecho, contó a la BBC que a pesar de la presión escolar, Usha se daba tiempo para ayudar a otros estudiantes a solicitar las preciadas plazas de secretaria judicial que ella misma quería.
Amor entre debates
Fue en Yale que Usha conoció a J.D. Vance, cuando ambos participaron en un grupo de debate sobre “el declive social de la América blanca”.
Esa experiencia le cambió la vida a Vance, en todos los sentidos: le dio la idea para escribir Hillbilly Elegy (Hillbilly, una elegía rural, de 2016), donde narra su infancia en el cinturón obrero blanco de Estados Unidos. Aquel libro se convirtió en una película de 2020 dirigida por Ron Howard y lo catapultó.
Entre debates, Vance se enamoró “perdidamente”, según cuenta él mismo en el libro, de Usha.
Para el hoy vicepresidente, ella era una especie de “anomalía genética”, dadas todas las cualidades que poseía.
Vance confiesa en el libro que “violó todas las reglas de las citas modernas”, porque apenas habían tenido una cita cuando le dijo a ella que estaba enamorado.
Se casaron en 2014 en Kentucky. Un gurú hindú les dio la bendición en una ceremonia aparte. Tienen dos hijos: Ewan y Vivek, y una hija, Maribel.
Misterio político
¿Qué piensa Usha sobre la incursión de Vance como compañero de fórmula de Donald Trump? Es un misterio.
En la universidad, ella se movía en círculos mayoritariamente liberales y de izquierda. En 2014 se registró como demócrata.
Y Vance, hace dos elecciones, era un crítico acérrimo de Trump, a quien llegó a llamar el “Hitler de Estados Unidos”.
Pero de estar en círculos progresistas, ella pasó a trabajar con conservadores como Roberts Jr. y Kavanaugh, así que su postura política es el secreto mejor guardado.
Usha ha sido una figura clave en el ascenso de Vance. Lo acompañó en eventos clave en su campaña por la senaduría de Ohio y en la campaña como compañero de fórmula de Trump. Rechazó que su marido hubiera cambiado su mensaje a uno populista proTrump por pura ambición. Su historia y su currículum se convirtieron en un plus para su esposo.
Ella no fue la más feliz con el nombramiento de Vance para acompañar a Trump y buscar la presidencia. Pero puso el amor por delante.
“No muero de ganas de cambiar nada en nuestras vidas en este momento, pero creo en J. D. y de verdad lo amo, así que veremos qué pasa con nuestra vida”, dijo en una entrevista concedida el mes pasado al programa Fox & Friends.