Edificios que se derrumban, pilas gigantes de escombros y rescates heroicos. “Lo que hemos visto es algo impredecible”, dice Roy Moussali, director ejecutivo de Questscope, una organización humanitaria global sin fines de lucro. “Despertarse a las cuatro de la mañana, con todo el edificio temblando”.

Esta es la nueva realidad, según la cruda nota de Canal 5 ABC, después de un terremoto de 7,8 grados de magnitud que se extendió cientos de kilómetros por el sureste de Turquía y la vecina Siria, matando a miles. “No son solo los edificios destruidos, sino también la falta de recursos”, explica Muthanna Khriesat, directora general de Questscope. “La falta de equipos de rescate, la falta de equipos de rescate y la falta de agua, también tenemos que cuidarnos”.

Durante siete años, Khriesat y su familia han llamado hogar a Minnesota. Pero ahora, está de vuelta en su país natal, Jordania, tratando de ayudar a los que sufren en Siria. “Ayer abrimos tres refugios y ahora albergamos a 1000 personas en esos refugios, brindándoles artículos esenciales”, dice Khriesat. “Somos bendecidos con lo que tenemos y pensar en nuestros hermanos y hermanas, que no tienen nada. Están helados, sin apoyo ni refugio, con todo el trauma que enfrentan”.

Se necesitan desesperadamente ropa, mantas, alimentos y agua, señala Khriesat. Questscope se está asociando con Alight, la organización humanitaria con sede en Minnesota, que brinda asistencia técnica y de recaudación de fondos, y ayuda a construir refugios temporales. El clima extremadamente frío en la región no está ayudando.

“Tenemos temperaturas bajo cero y ha estado nevando en algunas partes de Alepo, por lo que hacía mucho frío, no había comida ni refugio”, declara Moussali. “Entonces hay necesidad de calefacción, no hay combustible, muy poco combustible, no hay energía. Solo tenemos una hora de electricidad al día”. Moussali está a cargo de unos 1.400 empleados de Questscope, todos sirios, y unos 3.000 voluntarios.

Él dice que la guerra civil de 12 años del país ha cobrado un alto precio en Alepo. Más allá de la destrucción generalizada de los edificios y la infraestructura de la ciudad, ha habido un brote de cólera, una escasez masiva de agua y, ahora, un terremoto. “Estamos llamados a tener empatía y compasión unos por otros, y esto es lo que está sucediendo aquí en la comunidad humanitaria”, dice Moussali. “Todos están trabajando por el bien común”.

Alight llama a esto una misión abierta, con miles de edificios dañados o destruidos. Entre las necesidades más urgentes, dice Moussali, está el equipo pesado para levantar pedazos de concreto y liberar a las personas atrapadas bajo todos esos escombros. Por su parte, Khriesat dice que planea viajar a Siria la próxima semana. Ya está pensando en los desafíos que tiene por delante.

“En el futuro, tenemos que lidiar con problemas más grandes, tenemos que pensar en el trauma con los niños, con las personas que han perdido a sus familias”, dice Khriesat. “Además, tenemos que pensar en las reparaciones de la casa y que las personas no pasen su vida en esos albergues. Tenemos que ver qué tipo de planes tendremos para enviarlos de vuelta a casa y volver a ponerlos en sus casas”.

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