Las divergencias entre Estados Unidos y China en su manera de ver el mundo se han hecho patentes este viernes en la diferente narración ofrecida por cada una de las potencias de la videollamada mantenida durante casi dos horas entre sus presidentes, Joe Biden y Xi Jinping.
Se habían citado para tratar la invasión rusa de Ucrania, por encima de los otros temas que definen una relación basada en la tensión creciente. Washington ha descrito un intercambio “directo, sustantivo y detallado” en el que Biden ha advertido de “las implicaciones y consecuencias” de que China “apoye materialmente a Rusia mientras lanza ataques brutales contra ciudades y civiles ucranios”.
Según Pekín —cuya agencia estatal, Xinhua, ha ido contando lo que sucedía durante la llamada—, la conversación, de carácter “constructivo” y “sincero”, se ha centrado en la manera de acabar con la guerra, así como en la petición a Estados Unidos de que mantenga, junto con la OTAN, conversaciones con Rusia para resolver “las causas” de la agresión. El comunicado oficial de Pekín no recoge las advertencias hechas por Biden.
La Casa Blanca, de habitual más ágil, ha tardado casi cuatro horas en ofrecer su resumen de lo sucedido en una reunión telemática que llegaba precedida por la tensión, después de que Washington adelantara que Biden iba a advertir a su homólogo contra cualquier tentación de auxiliar a Rusia en la guerra en Ucrania.
Según Washington, el presidente, que ha subrayado “su apoyo a una solución diplomática a la crisis”, ha cumplido esa promesa, aunque no ha detallado cuáles serían esas consecuencias para China. Tampoco lo ha hecho su portavoz, Jen Psaki, en su posterior comparecencia diaria ante la prensa.
“Los dos mandatarios también coincidieron en la importancia de mantener abiertas las líneas de comunicación”, añade el comunicado oficial, en el que la Administración de Biden reitera “que la política de EE UU sobre Taiwán [y sobre las aspiraciones chinas sobre ese territorio] no ha cambiado”.
“Continuamos oponiéndonos a cualquier cambio unilateral en el statu quo”, sentencia el texto. Según un funcionario de la Casa Blanca, ese tema ha salido en la conversación a iniciativa de Xi. La situación de la isla autogobernada es uno de los grandes escollos en la relación bilateral: Pekín considera a la isla parte inalienable de su territorio y acusa a Estados Unidos de alentar el sentimiento independentista en esa democracia.
El Gobierno chino, por su parte, ha declarado poco después de que la reunión terminara que “la crisis en Ucrania se ha deteriorado hasta un punto que no nos gusta ver”. En un comunicado oficial ha fijado las prioridades inmediatas para atajar el conflicto: la continuación del diálogo y las negociaciones.
También, “evitar víctimas civiles, prevenir crisis humanitarias y poner fin a la guerra lo antes posible”. Según la versión china de la reunión, Xi utilizó la palabra “guerra”, que su Gobierno ha evitado —al igual que el término “invasión”― para referirse al ataque ruso contra Ucrania.
China, indicó su jefe de Estado, “desempeña un papel constructivo” para resolver la crisis y está dispuesta a continuar la ayuda humanitaria a Ucrania y otros países que lo necesiten. Ambos líderes se han emplazado a nuevos contactos para seguir tratando la evolución de la crisis “en el periodo crítico que se avecina”.