Similar a la situación que enfrentan los agricultores de México, los fenómenos naturales como las sequías e inundaciones también han azotado a zonas de producción agrícola de China. Merece la pena mencionar que cada día, los chinos consumen 700 mil toneladas de cereales, 98 mil toneladas de aceite, 1.92 millones de toneladas de verduras y 230 mil toneladas de carne, según indicó el ministro de Agricultura y Asuntos Rurales, Tang Renjian, a principios del presente año. Garantizar el suministro de alimentos para una población de mil 400 millones de personas representa un enorme esfuerzo, pero afortunadamente se pronostica una buena cosecha este año.

La cosecha masiva de cereales de otoño en China, es decir el arroz, el maíz y la soya, comienza en septiembre. Se trata de tres cuartas partes de la producción anual de granos a nivel nacional, por lo que tiene un impacto directo en el bolsillo de millones de agricultores y también en la seguridad alimentaria del país.

Los medianos y grandes productores suelen vender los granos a compañías grandes o a las entidades de reservas de cereales gubernamentales, mientras que los pequeños agricultores, dependiendo de la condición de la cosecha, eligen al comprador que más les convenga, ya sea grande o pequeño, tomando en cuenta factores como el costo del transporte y el precio, entre otros.

La temporada alta de compra de grano en otoño es larga, dura desde finales de septiembre hasta finales de abril del año siguiente. Se estima que el volumen de compras de la presente temporada alta se sitúe en torno a los 185 millones de toneladas, que está más o menos en el nivel habitual, según datos de la Administración Nacional de Alimentos y Reservas Estratégicas de China.

Teniendo en cuenta las inundaciones y sequías que han vivido las distintas regiones de China, el poder lograr una buena cosecha es fruto del esfuerzo humano y también del avance tecnológico.

Los departamentos de recursos hídricos en China juegan un papel clave en la gestión de las sequías, principalmente porque se encargan de administrar no solo los ríos y lagos, sino también las obras hídricas. En caso de sequía, los departamentos hídricos redistribuyen los volúmenes de agua en las presas para satisfacer la demanda.

El país asiático cuenta con más de 98 mil presas públicas de tres categorías: desde las más pequeñas de 100 mil metros cúbicos, hasta las más grandes mayores a los 100 millones de metros cúbicos de agua. Y de esas 98 mil, un tercio se ubican en el centro-sur y el suroeste del país, donde están las provincias relativamente más vulnerables ante la sequía, como las de Hunan, Jiangxi y Sichuan. Así que, a través de su infraestructura de conducción, movilizan esos volúmenes de agua para los lugares que más los necesitan, activan fuentes de agua de emergencia como los embalses, que normalmente se encargan de suministrar agua para la producción o la vida de los habitantes en zonas rurales, o puede ser las plantas suspendidas, por contar con una menor competitividad.

Al mismo tiempo, no son los únicos organismos públicos que participan en la gestión. Los departamentos administrativos toman medidas, conceden subvenciones a los agricultores para la compra de nuevas bombas, generadores de electricidad, o les hacen llegar directamente los equipos utilizando fondos del gobierno local, para mitigar lo antes posible las pérdidas.

Además, las instituciones públicas mandan a los investigadores a acercarse a los agricultores para brindarles la información necesaria, como son la cantidad de agua que requiere un árbol, el horario adecuado del riego, la necesidad de cubrir con malas hierbas el suelo, etc.

Por supuesto, aunque sigan siendo imprescindibles las herramientas tradicionales en la gestión, como el uso de las bombas y el almacenamiento del agua, gracias a la tecnología actualmente los productores agrícolas y frutícolas cuentan con medios cada vez más modernos que les facilitan la labor.

En primer lugar, está el riego tecnificado pero actualizado. A diferencia del antiguo sistema con los tubos interconectados que riegan por aspersión o por goteo, controlados a través de un grifo, hoy en día se trata de un sistema inteligente, con la medida precisa de la humedad en el suelo, por lo que los datos aparecen en el celular junto con las recomendaciones basadas en Big Data.

En segundo lugar, se hace popular el riego integrado que proporciona a los árboles frutales o los cultivos simultáneamente el agua y los fertilizantes, lo que aumenta la eficiencia del riego y la resistencia propia de la planta a la escasez de agua a la vez.

Y una herramienta más: el dron. El verano de 2022 ha sido el más caluroso de los últimos 60 años, según los registros del Centro Nacional del Clima de China. Con un calor extremo, la labor en los campos es exhaustiva. Gracias a esos vehículos aéreos no tripulados, los agricultores han podido quedarse en la sombra mientras controlan con los drones el rocío de fertilizantes o nutrientes bajo el sol, a fin de hacerles más resistentes a los cultivos.

Por otro lado, el monitoreo y el pronóstico son fundamentales para la gestión de la sequía, que se trata de uno de los desastres naturales que más impacto socioeconómico puede dejar.

De hecho, en el pasado mes de mayo del presente año, China actualizó su documento oficial para esta labor. Entró en vigor el nuevo Plan Nacional de Emergencia para el Control de Inundaciones y Alivio de Sequías. Fue emitido por el Consejo de Estado, donde se subordina el Comando General de la gestión de los dos desastres naturales mencionados. En ese documento están puestas las obligaciones y responsabilidades de las entidades de meteorología, hidrología, transporte, obras de construcción en zonas urbanas y rurales, entre otras. Es un trabajo que requiere una buena coordinación y colaboración.

El documento consiste en una directriz general actualizada de la última edición que fue emitida en el año 2005. Tomando en cuenta que la sequía de este verano es la primera emergencia que ocurre después de la entrada en vigor del nuevo Plan, es posible que a través de esta práctica, los departamentos hagan arreglos en la gestión por parte de cada uno a fin de lograr mitigar mejor las repercusiones socioeconómicas.

Al otro lado del pacífico, América Latina y el Caribe enfrentan múltiples riesgos que son cada vez más frecuentes debido al cambio climático, como el aumento del nivel del mar, incendios, sequías, inundaciones y fenómenos meteorológicos extremos sin precedentes, según un reporte sobre riesgos climáticos de la calificadora internacional de riesgo crediticio, Moody’s Investors Service.

Se trata de un problema mundial y a través de cooperación multilateral, se están buscando soluciones. Por ejemplo, en la Tercera Reunión Ministerial del Foro China – CELAC, que se llevó a cabo de manera virtual en diciembre de 2021, las dos partes acordaron adoptar el Plan de Acción Conjunto China – CELAC para la Cooperación en Áreas Clave (2022-2024), el cual ha incluido un capítulo sobre la cooperación en la agricultura y alimentos en el sentido de ventas y compras, intercambio de personal, fondos de apoyo, entre otros.

Un ejemplo más cercano sería la iniciativa de cooperación sobre seguridad alimentaria mundial presentada por el consejero de Estado y ministro de Relaciones Exteriores del país asiático, Wang Yi, en nombre de la parte china cuando asistió a la reunión de ministros de Relaciones Exteriores del Grupo de los Veinte (G20) en Bali, Indonesia, el 8 de julio de 2022.

A nivel gubernamental e institucional, China ha tomado acciones al lanzar propuestas en ocasiones multilaterales para promover la cooperación internacional en el ámbito de la seguridad alimentaria. Es la responsabilidad de todas las partes unirse en el esfuerzo para evitar la escasez de alimentos.

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