Charlie Watts descansa en paz. El funeral musical se ofició en el Dome de San Luis (EE.UU). Aquí arrancó la continuación de la gira de los Rolling Stones “No filter”.
Ha sido el primer concierto sin el baterista de toda la vida, cerca de sesenta años dándole a los palillos en la banda de sus satánicas majestades, aunque ahora, con el paso de las décadas, son más bien virtuosas majestades.
Las arrugas, sobre todo en Keith Richards, que parece un pergamino, engañan. Perdura la energía. Si algo ha quedado claro es que los Rolling Stones, o simplemente Stones como les llaman sus adoradores más íntimos, siguen siendo los Rolling Stones y suenan tal como eran o incluso mejor.
Muerto Watts, viva Steve Jordan, el sustituto, al que Mick Jagger, en la presentación de la banda, le dio la bienvenida “a la familia”. “Será un concierto emocional y luego será como siempre”, pronóstico Darrell Greco, que viajó desde San Antonio para asistir a su vigésima actuación de los Stones. “Quería estar aquí porque es el regreso tras la cancelación que hicieron por la pandemia y por rendir tributo a Charlie Watts”, comentó.
Esta gira se programó para 2020. Ah, sí, el pronóstico: “Al principio se le recordará y luego todo será como siempre”. Mucha fuerza y música de altísimo nivel.Así sucedió. En un escenario, de apariencia escueta, y engañosa, el gran mural de pantalla, de lado a lado, partido en cuatro, proyectó con sonido de batería toda una biografía en imágenes del desaparecido. No había nadie más, solo él. Joven con pelo largo y mayor con escasa cabellera y gris; vestido a lo moderno o mucho más ceñido a los cánones de la elegancia.
El público se volcó. Ovación desde todos los rincones.