VinFast, fabricante de vehículos eléctricos (VEs), ha rebajado recientemente en un 50% los precios del leasing para las primeras entregas del modelo VF8 Eco Trim en California. El fabricante de automóviles forma parte de Vingroup, una corporación multisectorial vietnamita centrada en la tech e industria; comercio y servicios; y emprendimientos sociales. Aunque anunciaron en enero que su VF8 estaría disponible en leasing por 599 dólares mensuales, en su página web aparece la suma de 399 dólares. Además, para los clientes que ya hayan hecho un depósito, la mensualidad bajará a 274 dólares. Por tanto, los descuentos oscilan entre el 33% y el 54%, respectivamente.
Esta primera oleada de vehículos eléctricos VinFast se produce en Vietnam y se exporta a Estados Unidos. Sin embargo, la empresa tiene ambiciosos planes para el mercado estadounidense e invertirá 4.000 millones de dólares en una fábrica de montaje en Carolina del Norte.
Las relaciones entre Estados Unidos y Vietnam no siempre han sido tan civilizadas. Entre 1965 y 1975 ambos países libraron una sangrienta guerra en el país del sudeste asiático. Al final del conflicto, en el que Vietnam quedó unificado bajo la soberanía del gobierno comunista de Hanoi, la población tenía poco que celebrar. Para entonces, Vietnam era uno de los países más pobres del mundo. Es más, en los años ochenta, su PIB per cápita se situaba apenas por encima de los 200 dólares.
Desde entonces, sin embargo, la situación ha mejorado drásticamente. El Banco Mundial observó que el país asiático ha pasado “de ser una de las naciones más pobres del mundo a una economía de renta media en una generación”. El PIB de Vietnam ha crecido una media del 6,2 por ciento anual desde 2000. En 2022, la economía de Vietnam creció un 8,02 por ciento, el ritmo anual más rápido desde 1997, y se prevé que siga haciéndolo hasta 2027. Los índices de pobreza se redujeron del 14 en 2010 al 3,8 por ciento en 2020.
En la actualidad, Vietnam y Estados Unidos mantienen una importante relación comercial: Estados Unidos es el segundo socio comercial de Vietnam, después de China, y Vietnam figura entre los diez principales socios comerciales de Estados Unidos. En el periodo comprendido entre 2016 y 2021, el volumen de comercio bilateral entre ambos países se ha más que duplicado. Además, Estados Unidos es uno de los principales inversores en Vietnam.
Surgen entonces muchas preguntas. ¿Qué hay detrás de este cambio tan notable? ¿Cómo han podido dos antiguos enemigos convertirse en socios y amigos? Y al mismo tiempo, ¿cómo ha podido Vietnam mejorar tanto su situación social y económica? La respuesta, por supuesto, es la globalización.
En la segunda mitad de los ochenta, el modelo económico de planificación centralizada estaba agotado. El gobierno vietnamita reconoció este hecho y propuso una serie de reformas favorables al mercado. Con la caída del muro de Berlín y la apertura de Europa Central y Oriental, así como de partes de Asia, la mejora de las relaciones diplomáticas y comerciales entre Estados Unidos y Vietnam cobró impulso. Así, en 1991, la Administración Bush (padre) presentó a Hanoi un plan de “hoja de ruta” para la normalización gradual de los lazos que culminó en 1994 con el levantamiento del embargo comercial estadounidense por parte del Presidente Clinton y la firma de un acuerdo consular.
Un estudio de YouGov de 2016 encuestó a más de 20.000 personas de 19 países sobre la siguiente cuestión: “En general, ¿cree que la globalización es una fuerza buena o mala para el mundo?”. Mientras que en Francia bueno y malo empataron en un 37% (con un 26% que respondió que no lo sabía), en Vietnam un alucinante 91% dijo que la globalización era algo positivo.
La población vietnamita sabe muy bien que la globalización no sólo aporta prosperidad económica, sino también relaciones pacíficas entre las naciones. De hecho, las pruebas apuntan en la dirección de un vínculo entre la paz y el comercio. En esta línea, el monumental estudio de Jong-Wha Lee y Ju Hyun Pyun encuentra una fuerte correlación entre comercio y paz. Su evaluación empírica de las relaciones comerciales entre pares de países de 1950 a 2000 “muestra que un aumento de la interdependencia comercial bilateral y de la integración comercial mundial fomenta significativamente la paz entre los países… La interdependencia comercial bilateral fomenta la paz de forma más significativa para los países contiguos, mientras que la apertura comercial mundial contribuye más a la paz entre países distantes”.
El milagro económico de Vietnam está inextricablemente entrelazado con el comercio y la paz. En otras palabras, con los frutos de la globalización. Sebastian Eckardt, Deepak Mishra y Viet Tuan Dinh resumen las lecciones que podemos aprender del éxito de Vietnam en un artículo publicado por The Brookings Institution: “En primer lugar, ha abrazado la liberalización del comercio con entusiasmo. En segundo lugar, ha complementado la liberalización exterior con reformas internas mediante la desregulación y la reducción del coste de los negocios. Por último, Vietnam ha invertido mucho en capital humano y físico, sobre todo mediante inversiones públicas. Estas lecciones -integración mundial, liberalización nacional e inversión en recursos humanos e infraestructuras-, aunque no son nuevas, deben reiterarse ante el creciente nacionalismo económico y los sentimientos antiglobalización”.
A pesar de los detractores, el hecho de que una empresa vietnamita ofrezca actualmente VEs a mitad de precio a los consumidores californianos es una edificante parábola de la globalización.