Con la llegada del mes sagrado musulmán del Ramadán, un grupo de voluntarios trabaja sin tregua en Libia para restaurar copias antiguas o dañadas del Corán.
Jaled al Drebi, uno de los restauradores más conocidos del libro sagrado del islam en Libia, es uno de los artesanos que llega a diario al taller de Trípoli para atender las necesidades de los clientes durante el Ramadán.
Para los musulmanes, el Ramadán es un mes de espiritualidad, donde un ayuno de amanecer a anochecer va acompañado de oración y actos de caridad, lo que a menudo genera un aumento en las ventas del Corán.
“La compra de Coranes nuevos suele aumentar antes del mes de Ramadán, pero esto ha cambiado recientemente en Libia”, declaró Drebi.
Para muchos, la tradición ha sido interrumpida por el costo de los libros, especialmente “desde que el Estado dejó de imprimirlos” en Libia, agregó.
El país norafricano ha enfrentado más de una década de conflicto, dejando a muchas instituciones en crisis, en un golpe a la economía del país petrolero.
“El costo de comprar (el Corán) aumentó, y la restauración de ediciones antiguas adquirió una popularidad sin precedentes”, señaló Drebi.
En comparación con el costo de un Corán nuevo, más de 20 dólares dependiendo del tipo de encuadernado, el taller de Drebi cobra algunos dólares por restaurarlo.
Además, para algunos las copias antiguas tienen un valor sentimental.
“Hay una conexión espiritual para algunos clientes”, indicó Drebi, quien agregó que muchos optan por preservar el Corán que recibieron de sus familiares.
“Algunos dicen: ‘este Corán tiene el olor de mi abuelo o de un familiar'”, dijo.
En el taller, Abdel Razaq al Arusi trabaja clasificando miles de libros, según su nivel de deterioro.
“La restauración de un Corán con escasos daños no demora más de una hora, pero los que están muy dañados podrían requerir dos o más horas”, señaló Aroussi.
El artesano contó que hay que “desarmarlos, restaurarlos y luego encuadernarlos” y que este es un proceso meticuloso que requiere mucho “tiempo y concentración”.
Mabruk al Amin, un supervisor del taller, señaló que una buena restauración “requiere de un buen número de artesanos”.
“Trabajar con el libro de Dios es muy agradable y no nos aburrimos (…) Hay una alegría indescriptible en este trabajo”, aseguró.
Los restauradores dicen que han reparado medio millón de Coranes desde que comenzó el taller en 2008, y más de mil 500 personas se graduaron de sus 150 cursos de restauración.
En los últimos años, más y más mujeres se han unido a las filas de los restauradores voluntarios.
“Un gran número de mujeres fueron entrenadas en la restauración del santo Corán y hoy tienen sus propios talleres”, dijo Drebi.
Una de ellas, Jadija Mahmud, incluso ha realizado sesiones de entrenamiento para mujeres ciegas.
“No habríamos podido pensar en hacer esto (…) de no ser por esta mujer tan capaz”, agregó Drebi.
Para Mahmud, quien capacita a mujeres en un taller de Zawiya, 45 km al oeste de Trípoli, restaurar el Corán en un taller de mujeres les permite trabajar a gusto y más rápido.
Agregó que el trabajo de restauración le ha dado a muchas mujeres una forma importante de llenar su “tiempo libre”.
“Un amplio segmento de las aprendices y restauradores son jubiladas”, indicó, Para ellas, no hay nada mejor que pasar su tiempo libre al servicio del Corán”.
melc