Por Sebastián García Méndez

La ambivalencia del América de André Jardine es una realidad desesperante para sus aficionados y un mal que podría causar muchos estragos.

Las Águilas se impusieron (3-2) al Necaxa en el Estadio Azteca, pero más allá de ser motivo de alegría, el triunfo contra los Rayos fue una bocanada de oxígeno que reduce la presión que comenzaba a subir.

El juego defensivo de los azulcrema volvió a mostrar su gran deficiencia y lo que se esperaba como un partido “a modo” para los emplumados, terminó siendo un sufrido triunfo.

Apenas al minuto 3, Facundo Batista aprovechó un descuido de la zaga americanista y abrió el marcador con un cabezazo dentro del área. Gran alegría para los numerosos fans rojiblancos en el Coloso de Santa Úrsula.

El gol “afectó” a los visitantes y de inmediato América tomó las riendas del partido. Primero Diego Valdés (24′) y luego Brian Rodríguez (31′) para darle la vuelta al marcador.

Pero el segundo tiempo tendría más emociones y sí, también más corajes para la afición americanista… Otro descuido en la zaga terminó en otro tanto del uruguayo Facundo Batista al minuto 56.

Las imprecisiones siguieron y André Jardine “exhibió” a Emilio Lara sacándolo por Luis Fuentes, quien tomó la central después de mucho tiempo. La desesperación y el temor eran latentes en el banco azulcrema.

La tranquilidad azulcrema llegó de inmediato con la anotación de Julián Quiñones al minuto 61. Después de varias inexplicables fallas y algunas salvadas del arquero Ezequiel Unsain, el colombiano por fin apareció.

Tras una serie de rebotes dentro del área, Quiñones simplemente empujó el esférico para poner cifras definitivas y sellar el. Segundo triunfo del torneo para las Águilas.

América tomo oxígeno, pero el pésimo funcionamiento y la presión de la afición demuestran la realidad de un equipo todavía tiene mucho por cambiar y mejorar. Oxígeno puro.

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