Por Édgar Luna Cruz
El mensaje no viene de la cancha para la tribuna, sino de la tribuna para la cancha, y a pesar de que la Selección Mexicana derrotó 1-0 a Panamá y se quedó con el tercer lugar de la Nations League de la Concacaf… Al final, perdió.
Perdió porque la gente ha dado su veredicto: está harta de lo que sucede en el terreno deportivo, propiciado por el entorno federativo.
El Allegiant Stadium de Las Vegas tienen una capacidad de 60 mil personas. Cuando inició el juego por el tercer lugar de la Nations League había apenas un poco más de 10 mil, siendo optimistas; para el inicio de la segunda parte, 20 mil y terminar con cerca de 30 mil. No siendo pesimistas.
Esto sin lugar a dudas preocupa al negocio, porque aunque se quiera separar, el campo y el escritorio conviven juntos. Sin entradas no hay dinero, sin dinero no hay futbol. La Federación Mexicana de Futbol, observando el fenómeno social que significa que la Selección juegue en Estados Unidos por el tema de la migración, ha llevado una gira anual desde hace más de 20 años a la Unión Americana, y la Concacaf consciente de eso se ha subido al barco, organizando todas las fases finales de sus torneos en este país, siendo México el atractivo principal.
Pero esto se está acabando. El mensaje es más que contundente y tiene que ser bien recibido por el futbol mexicano: Si no hay nivel y si no hay buen futbol, no habrá buenas entradas y esto se puede reflejar en la Copa Oro.
La Selección Mexicana, es verdad, derrotó a Panamá, porque fue ligeramente mejor a los centroamericanos y porque se encontró con un gol tempranero de Jesús Gallardo, a pase del abucheado Uriel Antuna (4’).
No hay mucho qué presumir del triunfo, donde Memo Ochoa salvó en varias ocasiones el empate, igual que el fuera de juego, que anuló dos goles del cuadro canalero.
México pudo haber marcado más tantos, pero Santiago Giménez, no fue el definidor del Feyenoord, tampoco estuvo fino Luis Chávez, Henry entró para seguir peleado con el marco, y ni qué decir de Antuna, quien es la principal válvula de ataque del equipo, pero también el que más errores comete.
La Selección ganó en la cancha, pero quizá perdió en la tribuna.