Por Guadalupe Galván

La revista The Economist se sumó hoy, con una devastadora portada, a los medios de comunicación que lanzan un llamado al presidente estadounidense, Joe Biden, para que dé un paso al costado y permita a otro candidato demócrata competir y tratar de evitar el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.

“El debate presidencial fue horrible para Joe Biden, pero el encubrimiento ha sido peor. Fue una agonía ver a un anciano aturdido luchando por recordar palabras y hechos. Su incapacidad para argumentar contra un oponente débil fue desalentadora. Pero la operación de su campaña para negar lo que decenas de millones de estadounidenses vieron con sus propios ojos es más tóxica que cualquiera de las dos, porque su deshonestidad provoca desprecio”. Con esas palabras, arranca el artículo de la revista, en cuya portada coloca una imagen de una andadera, bajo la cabeza: “Sin manera de gobernar a un país”.

“El presidente y su partido se presentan como los salvadores de la democracia. Sus actos dicen lo contrario”, advierte el medio, que se suma así al consejo editorial del diario The New York Times, consejo editorial de The Atlanta Journal, el Chicago Tribune y The Boston Globe.
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The Economist insta a los miembros del Partido Demócrata a “mirarse al espejo” y dejar de lado “su ambición” para poder buscar a otro candidato que desafíe a Trump; de lo contrario, advierte, los estadounidenses tendrán que elegir “entre lo incapaz y lo inefable”.

Desde 2022, The Economist había señalado que Biden, de 81 años, no debía postularse para un segundo mandato y que no hacerlo era, en realidad, una prueba de “su fe en la democracia”.

Biden urge a los demócratas a “afrontar el hecho de que, si no se pronuncian ahora, Trump ganará”. Las encuestas muestran que, de un punto de diferencia, ahora son seis los que separan al republicano del demócrata.

“Para lograr la renovación política que Estados Unidos necesita ahora tan claramente, deben pedir un cambio. No es demasiado tarde”, puntualiza.

Biden, insiste The Economist, “merece ser recordado por sus logros y su decencia, más que por su decadencia”; no es apto para ser presidente, en principio, “por su deterioro mental” alega el medio, que acota que tampoco Trump lo es.

“No se puede dirigir una superpotencia a golpe de manual, ni se puede suspender una crisis internacional porque el presidente esté pasando una mala noche”, indica, retomando la frase que el equipo de Biden, e incluso expresidentes como Barak Obama, han manejado para explicar lo que ocurrió el 27 de junio. “¿Se debe confiar la codificación nuclear a alguien que no puede terminar una frase sobre Medicare?”, cuestiona The Economist.

“Los demócratas se burlan del Partido Republicano por su comportamiento cobarde hacia Trump. Una vez más, tienen razón. Demasiados republicanos han repetido como loros sus falsedades y han carecido del coraje moral para denunciar sus abusos. Convencidos de que podrían sobrevivir a Trump, o de que alguien más pagaría el precio de expulsarlo, los senadores y congresistas han puesto su ambición por delante de su país”, dice. Sin embargo, asegura, “el Partido Demócrata debería mirarse al espejo, empezando por el propio Biden”.

The Economist no ahorra en críticas a los demócratas. “Los demócratas podrían decir que sus tácticas son pura política. Sus horribles medios se justifican por sus honorables fines de salvar la democracia estadounidense de las depredaciones de Trump. Esa defensa no le hace ningún favor a Estados Unidos. La táctica de encubrir los propios defectos demonizando al oponente ha empañado durante mucho tiempo la política estadounidense, pero utilizar la amenaza de Trump como un ´dictador´ para compensar la evidente debilidad de Biden es una forma de chantaje.

“Biden debería retirarse de la campaña” para que la elección renueve su cuerpo político con otros candidatos que tengan mejores posibilidades “para derrotar a Trump”, como la vicepresidenta Kamala Harris, y así salvar a un país que demuestra un claro “fracaso del sistema de partidos”, señala.

“Entre lo incapaz y lo infeble, los estadounidenses merecen algo mejor”, concluye.

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