Washington.- Estados Unidos, Japón y Corea del Sur reforzarán su cooperación militar, lo que incluirá un “programa de ejercicios conjuntos durante años” y el “compromiso” de consultarse mutuamente en situaciones de crisis, anunció la Casa Blanca.

“Estamos inaugurando una nueva era”, añadió el principal asesor de seguridad de la Casa Blanca, Jake Sullivan, poco antes del inicio de una cumbre sin precedentes en Camp David, cerca de Washington, entre el presidente estadounidense, Joe Biden, el primer ministro japonés, Fumio Kishida, y el mandatario surcoreano, Yoon Suk Yeol.

Estas maniobras militares abarcarán “todos los ámbitos, aire, tierra, mar, bajo el mar y en el ciberespacio”, afirmó, y prometió una mayor coordinación en materia de defensa contra misiles balísticos.

“Una nueva era”

“Estamos inaugurando una nueva era” y nos aseguramos que perdure, añadió Sullivan.

Precisó que esta cooperación trilateral reforzada “no es una OTAN para el Pacífico”.

Establecer una alianza de defensa mutua similar a la Organización del Tratado del Atlántico Norte “no es un objetivo explícito”, insistió, y aseguró que la cumbre del viernes no está concebida “contra nadie”, a pesar de que China ya la ha criticado duramente.

Tampoco es del agrado de Corea del Norte. Según la agencia surcoreana Yonhap, Pyongyang podría lanzar un misil balístico durante la reunión.

Washington ha elegido un escenario especial para la cumbre: Camp David, un lugar estrechamente vinculado a la historia de la diplomacia estadounidense.

Fue en Camp David, residencia campestre de los presidentes estadounidenses cercana a Washington, donde se firmaron los acuerdos de paz entre Egipto e Israel en septiembre de 1978. Desde 2015 no ha acogido una reunión internacional.

Los tres dirigentes ya habían conversado a tres bandas al margen de grandes reuniones internacionales, pero es la primera cumbre entre ellos y podría ser el preludio de una anual.

Teléfono rojo

Los tres países establecerán también un canal de comunicación de emergencia al más alto nivel, una especie de “teléfono rojo” en una región que vive bajo la amenaza del programa nuclear norcoreano y que teme una invasión de Taiwán por parte de China.

Como cabe esperar, Beijing se opone a este nuevo diálogo. Su ministro de Relaciones Exteriores, Wang Yi, lo dejó claro recientemente.

“No importa lo rubio que te tiñas el cabello o cuánto te afines la nariz, nunca puedes convertirte en europeo o estadounidense, nunca puedes convertirte en occidental”, declaró en referencia a Seúl y Tokio en un video compartido en los medios oficiales. “Debemos saber dónde están nuestras raíces”, dijo.

E instó a China, Corea del Sur y Japón a “trabajar juntos”.

Un pasado doloroso

Washington quiere que Japón y Corea del Sur se inclinen hacia Occidente y eso pasa por superar un pasado doloroso: la brutal colonización de la península coreana por los japoneses entre 1910 y 1945.

La Casa Blanca sabe que no hay unanimidad entre la opinión pública coreana o japonesa sobre la necesidad de un acercamiento a pesar de los intereses estratégicos compartidos.

Yoon, un conservador, se ha convertido rápidamente en un aliado cercano de Estados Unidos, y Biden le dio la bienvenida en una visita de Estado en la que el líder surcoreano deleitó a la audiencia cantando “American Pie”.

Pero Yoon sólo puede cumplir un mandato que finaliza en 2027, precisa Scott Snyder, experto en Corea del Council on Foreign Relations. Este es el motivo, explica, de que los surcoreanos quieran institucionalizar la relación “para protegerse contra el riesgo de reversión” en caso de que no le suceda un presidente de ideas afines.

mcc

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