Washington.— “Se hizo justicia”. El mundo ya no deberá temer a este “asesino despiadado y constante”. Fue así como el presidente Joe Biden describió ayer la operación estadounidense que mató al líder de Al-Qaeda, Ayman al-Zawahiri.

En una comparecencia televisada desde el balcón de la Sala Azul de la Casa Blanca, Biden, quien permanece aislado tras volver a dar positivo a Covid-19, aseguró que la muerte de Al-Zawahiri —un oftalmólogo egipcio que asumió el liderazgo de la red terrorista tras la muerte, también a manos de Estados Unidos, de Osama bin Laden— es un mensaje a “todos aquellos alrededor del mundo que quieren dañar a EEUU: sin importar dónde se escondan, los encontraremos”.

Al-Zawahiri fue asesinado la mañana del domingo en Kabul, a las 06:18, hora local, cuando se encontraba en el balcón de la residencia donde se alojaba; un dron le disparó dos misiles Hellfire. Según la Casa Blanca, únicamente el líder de Al-Qaeda falleció en la operación, y no hubo ningún daño colateral.

La misión, según algunas versiones, la encabezó la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y no el Pentágono. El anuncio de la muerte de Al-Zawahiri estuvo lejos de cuando se reportó la muerte de Bin Laden, el 2 de mayo de 2011 en el gobierno de Barack Obama, con Biden como vicepresidente.

La operación contra Al-Zawahiri se realizó a unas semanas de que se cumpla un año del regreso de los talibanes al poder en Afganistán, a donde el egipcio regresó junto a su familia a principios de año, procedente de Paquistán.

La Casa Blanca insistió en que el septuagenario constituía aún una amenaza para EEUU, a pesar de lo diezmada que quedó Al-Qaeda con la muerte de Bin Laden y ante el surgimiento de otras organizaciones radicales, como el Estado Islámico.

Para Estados Unidos, la presencia de Al-Zawahiri constituía una “clara violación” de los acuerdos alcanzados con los talibanes en Doha —capital de Qatar— en 2020, que incluían el no albergar a terroristas en su territorio.

Nacido en Egipto en 1951, Al-Zawahiri era un médico al que sus compañeros de facultad calificaban de tímido, pero que llegó a convertirse en uno de los terroristas más buscados del mundo como líder de la red Al-Qaeda tras la muerte de Bin Laden, a quien conoció en 1985 en Peshawar, y a quien apoyó en la lucha contra la ocupación soviética de Afganistán. De esa época data la fundación de Al-Qaeda.

Para muchos, Al-Zawahiri fue el verdadero cerebro tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos. Biden aludió al día más negro en la historia del país y dijo esperar que la muerte de Al-Zawahiri ayude a los familiares de las casi 3 mil víctimas de los ataques a “pasar página” en ese doloroso capítulo.

Una de las últimas veces que Al-Zawahiri apareció en un video antes de su fallecimiento fue en una grabación difundida por la organización terrorista con motivo del vigésimo aniversario del 11S. En ella, hablaba sobre una amplia diversidad de temas, en especial de la causa palestina.

El Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) lo tenía en su lista de los más buscados y ofrecía 25 millones de dólares por información que llevara a su arresto.

Con Al-Zawahiri al frente, Al-Qaeda se vio reducida a una red con muchas ramas pero sin un liderazgo central, debilitada por la pérdida de comandantes y la supuesta mala salud del egipcio.

Entre las acciones que se le imputan están los atentados de 1998 contra las embajadas de EU en Tanzania y Kenia. Fue uno de los firmantes de la fatwa, edicto religioso que ordenó atacar los intereses de EU, a cuyos ciudadanos calificaba de “enemigos del islam”.

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