Eiza González tenía 14 años cuando decidió dejar la comodidad de lo que tenía seguro, un futuro en el modelaje, y optó por la actuación.

Habían pasado 24 meses desde que su padre Carlos González falleciera en un accidente de moto y no estaba segura si seguir la carrera de su madre, la modelo Glenda Reyna, quien en los años 80 dominó las pasarelas.

La chica de más de 1.70 metros de estatura y rostro aniñado tenía la intención de hacer su propia vida y no precisamente desde su lado rebelde, porque todo lo consultaba con su madre.

“Era dejar todo por un terreno ajeno que en verdad quería”, dijo en una entrevista. ¿Hizo bien? En este 2023 la realidad le da la razón…

En marzo llegará con la serie “Extrapolations”, al lado de una de las mejores actrices del mundo, Meryl Streep, ubicada en un futuro cercano en el que se resienten los efectos del cambio climático. Para fines de año, espera el lanzamiento de “3 body problem”, producción de ciencia ficción dirigida por Minkie Spiro, artesana de “Better call Saul”.

También, en fecha por definir, estrenará la serie “La máquina”, historia de boxeo protagonizada por los connacionales Gael García Bernal y Diego Luna; a la par de seguir preparando la biopic de María Félix, a quien encarnará en la época en que ya era estrella.

Alejada de estereotipos

Para llegar a la meca del cine, lo primero que hizo fue estudiar actuación en la escuela de Patricia Reyes Spíndola y, poco después, en el CEA de Televisa, de ahí fue seleccionada por Pedro Damián para protagonizar la telenovela “Lola, érase una vez” (2007), época en la que comenzó a tener problemas de autoestima por las críticas que recibía de programas y publicaciones de espectáculos.

“Siempre había un pero, (como) que si no era güera o de ojos claros. Era complicado sentirme suficientemente buena o talentosa”, revela.

Y terca, siguió adelante. Así le llegó “Mujeres asesinas” y “Sueña conmigo”, que la catapultaron a ser una de las estrellas juveniles de la primera década de este siglo. Entonces llegó un golpe que la situó en el piso, si es que alguna vez lo perdió: fue llamada por Manolo Caro para protagonizar junto con Alan Estrada el fallido musical “I love Romeo y Julieta”, en el que todo fue un caos.

La presión de tener un estelar en una obra la sobrepasó y llegó el momento en que un día, a escasas horas del debut, Eiza hiperventiló y fue enviada al hospital en pleno ataque de pánico.

Poco antes del estreno teatral, había dicho que ya no estaba para telenovelas adolescentes. Y que como su público había crecido, también dejaría de grabar canciones de princesas: “Cuando haces cosas como “Lola” quedan cosas negativas, como que piensen que soy plástica, por eso quiero demostrar que tengo talento”.

Dos años después y con un pie en México y otro en Estados Unidos, donde picaba piedra, el cineasta de corte independiente Robert Rodriguez la reclutó para la serie televisiva “From dusk till dawn” ( Del crepúsculo al amanecer, 2014), basada en la película homónima.

Sortea el hate social

En Estados Unidos, donde estudió en el Lee Strasbery Theatre and Film Institute, comenzó a tener contactos, pero también más críticas acentuadas en redes sociales.

En 2018 fue como presentadora del Premio Oscar con un vestido amarillo entallado, el cual sirvió a los generadores de memes. ¿Le enojó? Sí. Pero también le dio risa. Luego de sorprender con ese vestido afianzó su amistad con el diseñador Ralph Lauren y, de alguna manera, tuvo más trabajo.

Tres años después, en 2021, fue invitada a formar parte de la Academia: “(El vestido) Fue la mejor decisión que pude haber tomado”, considera.

Su nombre destaca en “Godzilla vs. Kong”, “Descuida, yo te cuido”, “Rápidos y furiosos: Hobbs & Shaw”. Ahora, de alguna manera ha retornado a lo que de niña hubiera sido natural para ella: en 2021 fue nombrada rostro de la marca Louis Vuitton, luego de ser la primera embajadora latina de una firma italiana de joyas de lujo.

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