Si damos un paseo por las calles de Beijing, es posible percatarse de que aproximadamente uno de cada 10 automóviles cuenta con una llamativa matrícula de color verde, que identifica a los vehículos de nueva energía.

Si consideramos todo el país, y de acuerdo con las estadísticas publicadas por el Ministerio de Industria y Tecnología de la Información, las ventas acumuladas de vehículos de nueva energía en China han aumentado considerablemente, pasando de 20 mil unidades a finales de 2012 hasta un total acumulado de 11.08 millones de unidades hasta finales de mayo 2022. China ha ocupado de manera destacada el primer lugar del mundo tanto en términos de producción como de ventas durante siete años consecutivos.

El Ministerio también informó de que, a finales de 2021, se habían construido en el país un total de 2 millones 617 mil puestos de recarga y mil 298 estaciones de conmutación, formando la mayor red de recarga y conmutación para vehículos de nueva energía del mundo. Otros datos de la Asociación de Fabricantes de Automóviles de China muestran que las exportaciones del pasado mes de julio de vehículos de nueva energía ascendieron a 54 mil unidades, lo que supone un aumento de alrededor de 90% respecto a junio.

Se puede afirmar sin lugar a dudas que el verde ha sido el color distintivo del desarrollo de alta calidad que China ha perseguido en la última década. Durante este periodo, se ha arraigado cada vez más entre la población el concepto de desarrollo ecológico. Según informó el Ministerio de Ecología y Medio Ambiente el pasado mes de julio, desde 2012 China ha presentado una tasa de crecimiento medio anual del Producto Interior Bruto de 6.5% y una tasa de crecimiento medio anual de 3% del consumo energético, lo que implica que la intensidad energética ha descendido un 26.2% acumulado. Esta cifra equivale a la reducción del uso de mil 400 millones de toneladas de carbón estándar, y a emitir 2 mil 940 millones de toneladas de dióxido de carbono menos, lo que convierte a China en uno de los países con la reducción más rápida de la intensidad energética del mundo.

China también ha seguido el proceso de optimización de su estructura económica, gracias a que cada vez más empresas de innovación científica y tecnológica se están convirtiendo en la columna vertebral del nuevo impulso del crecimiento económico nacional. De acuerdo con las estadísticas del Ministerio de Ciencia y Tecnología, en los últimos 10 años, el número de empresas de tecnologías avanzadas en China ha pasado de 49 mil a 330 mil. Al mismo tiempo, la inversión en I+D representa 70% de la inversión empresarial del país y el importe de los impuestos pagados por estos sectores de innovación se ha multiplicado casi por dos.

En la última década, la clasificación de China en el Índice Mundial de Innovación ha pasado del puesto número 34 en el año 2012 al número 12 en 2021, de acuerdo con la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual. En sectores como la construcción de ferrocarriles de alta velocidad y redes 5G, el gigante asiático es líder mundial, y también ha logrado grandes avances en ámbitos como los vuelos espaciales tripulados y la exploración de Marte.

La mejora de la estructura económica está empezando a dar sus frutos en general. La escala de los sectores emergentes sigue creciendo a una velocidad vertiginosa, e industrias como la energía solar fotovoltaica, la energía eólica, la iluminación con semiconductores, el almacenamiento avanzado de energía, etc., se encuentran entre las primeras del mundo. Por su parte, la economía digital sigue creciendo rápidamente, ocupando el segundo lugar a nivel mundial durante años.

Según la Administración del Ciberespacio de China, en 2021, la economía digital representó 39.8% del Producto Interior Bruto del país. Al mismo tiempo, los sectores tradicionales también se están modernizando a un ritmo acelerado. Industrias como las del acero, el carbón y la maquinaria se están despidiendo gradualmente del desarrollo desequilibrado, embarcándose en el nuevo camino de la fabricación inteligente impulsada por la innovación, así como el desarrollo ecológico y de bajas emisiones de carbono.

Estos frutos del desarrollo, cosechados a través de la última década, son compartidos por China con todo el mundo. Según la Administración General de Aduanas de China, el comercio entre China y México alcanzó en 2021 los 86 mil 600 millones de dólares, lo que representa un aumento de 41.9% interanual. Las exportaciones de China se incrementaron un 50.4% interanual hasta los 67 mil 440 millones de dólares, mientras que las importaciones crecieron un 18.1% interanual para sumar 19 mil 160 millones de dólares.

¿Qué artículos tienen un mayor peso en el comercio entre los dos países? No ha sido el verde aguacate, aunque los consumidores chinos estarían muy contentos de poder recibir una mayor cantidad de este fruto. De acuerdo con las estadísticas de las aduanas chinas, en 2021 los principales productos que el país asiático importó de México fueron, entre otros, mineral de cobre, circuitos integrados, instrumentos médicos. Por su parte, entre las exportaciones chinas a México, destacan los paneles LCD, teléfonos y componentes de automóviles.

En 2022, el comercio exterior de China sigue aumentando. Aunque todavía no se hayan anunciado los datos del comercio bilateral con México, es posible echar un vistazo a la situación general. De acuerdo con los datos de la Administración General de Aduanas, el valor de las exportaciones de China en los primeros seis meses del año experimentó un crecimiento de 13.2% respecto al mismo periodo del año pasado, alcanzando 11.14 billones de yuanes. Por su parte, el valor de las importaciones en el primer semestre se incrementó en un 4.8% interanual, hasta alcanzar 8.66 billones de yuanes.

A lo largo de los últimos 10 años, la contribución anual de la economía china al crecimiento económico mundial se ha mantenido generalmente en torno a 30%, según calculan las instituciones públicas del país asiático. China, uno de los grandes motores del crecimiento económico global, se aproxima poco a poco, y a través de la reestructuración económica, a la consecución de un desarrollo sostenible, lo cual contribuirá de igual forma a un mundo más verde.

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