“Los crímenes de Bartow”, la nueva novela del escritor y abogado Óscar Vela, retoma el caso del ecuatoriano Nelson Serrano, el preso más longevo de los corredores de la muerte de Estados Unidos (celdas de las personas condenadas a pena de muerte), y que lleva años esperando que la justicia de ese país le permita presentar nuevas “pruebas de su inocencia”.
Así lo aseguró el escritor al comentar que su obra contiene crónica y es también una suerte de alegato sobre el caso.
Cuatro penas de muerte
Era diciembre de 1997 cuando en Bartow se ejecutó a cuatro personas en una empresa.
Entre los fallecidos figuraban uno de los socios y dos hijos de otro socio y “por eso se señaló desde el primer momento como sospechoso a Nelson Serrano, que era el tercer socio de la empresa”, en la que habían tenido problemas por la desaparición de dinero, que llevó al ecuatoriano a entablar un juicio civil.
La policía asoció inmediatamente los crímenes a esa disputa de dinero, recordó Vela.
Y añadió que en el juicio se ha demostrado que Serrano estaba en Atlanta en el momento del crimen, pese a lo cual, en 2006, la Fiscalía y la Policía lo “encausaron, como autor de los crímenes, sin una sola aprueba en su contra, como si él hubiera disparado las tres armas que se ubicaron en la escena del crimen”.
“Es una historia bastante inverosímil, que tiene muchísimos vericuetos y que pasó por un secuestro en Ecuador en 2002”, anotó.
Ese año -relató- Serrano fue “secuestrado” por “un agente de policía de EU, un fiscal de EU y varios policías ecuatorianos que fueron sobornados por estos funcionarios”, y conducido al aeropuerto, donde “se lo encerró en una jaula de perros de control antinarcóticos” para sacarlo al día siguiente en un vuelo comercial a Estados Unidos “sin un solo documento”.
“Fue claramente un secuestro que, años más tarde, el Gobierno ecuatoriano reconoció como tal” y que provocó que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) condenara al país a pagar los gastos de Serrano y sus abogados, así como a traerlo a Ecuador.
Serrano estuvo cuatro años en prisión antes de ser sentenciado “a cuatro penas de muerte sin una sola prueba en su contra y hasta ahora está en prisión”, comentó Vela antes de recordar que la CIDH también condenó a EU por “violaciones a derechos humanos” a Serrano y le obliga a liberarlo e indemnizarlo.
“Creemos que no va a acatar nunca (esa resolución) pues EU no es signatario de los convenios de derechos humanos”, anotó Vela, quien con su libro abandera una campaña para que la justicia estadounidense permita el avance del proceso.
Nuevas Pruebas
De más de 330 páginas, la novela (basada en hechos reales) se suma a un documental (2015) de la periodista ecuatoriana Janet Hinostroza, en busca -dijo- de visibilizar el caso de Serrano, presentar “todos los atropellos que sufrió, los delitos que se cometieron contra él en Ecuador y EU”.
En un arduo trabajo de los últimos años “hemos logrado encontrar todas las pruebas que en su momento la Policía de EU y la Fiscalía ocultaron. Y son las pruebas que determinan que Nelson Serrano es absolutamente inocente en este caso”, aseveró.
“Hay -enumeró- pruebas de ADN, un guante de látex de uno de los asesinos con ADN de una tercera persona, huellas digitales, testigos que fueron ocultados, que señalaban a otras personas como autores del crimen, con nombres y apellidos”.
Y agregó: “Hay una serie de indicios de que la Policía y la Fiscalía de Bartow actuaron de forma fraudulenta en contra de Nelson Serrano y, teniendo las pruebas de que era inocente, las ocultaron”.
Con la campaña de visibilización, buscan que el Gobierno ecuatoriano levante la voz en defensa de su ciudadano y que solicite a EU que despache los recursos judiciales pendientes.
“La justicia de Florida, evidentemente, temerosa de que este proceso se abra y se descubra toda la corrupción, no quiere despachar los juicios”, dijo al relatar que llevan cuatro años intentando una audiencia para demostrar la “inocencia de Serrano”.
Miedos de Serrano
En enero de 2019, Vela visitó en el corredor de la muerte a Serrano, con quien mantiene correspondencia electrónica, en la que le ha contado, entre otros temas, sobre sus miedos.
A sus 83 años, Serrano está prácticamente sordo, sufre ceguera casi total en uno de sus ojos, y problemas en el otro: “él cree que le queda un año de vista”.
Serrano ha leído más de mil libros en su encierro, han sido su salvavidas, por lo que teme que quedarse ciego y sordo en una celda “de dos por tres, sería su fin”, concluyó el escritor.
melc