El té argentino cumple en 2023 nada menos que 100 años de historia, gracias a la llegada de un inmigrante ucraniano que se asentó en Tres Capones, un pueblito muy chico de esta provincia, cercano a la frontera con Brasil.
Hacia allí llegó Wladimiro Hnatiuk, inmigrante ucraniano que escapaba de las guerras y tensiones permanentes, principalmente con Rusia.
Hnatiuk se asentó en una chacra en Tres Capones en 1910 y empezó a plantar de todo, hasta que en 1923 su hermano, el pastor Tijón, le trajo unas semillas de té. Así arrancaron las primeras plantaciones de té y la primera industria tealera, muy rudimentaria. Un sector que fue creciendo imparable hasta convertirse hoy en un gran exportador a más de 40 países y especialmente a los Estados Unidos, donde el té argentino tiene incluso mayor inserción que el té proveniente de China o India.
El periodista especializado en temas del agro, Carlos Vedoya, trabajó rescatando la historia muy poco conocida de este inmigrante ucraniano y desde fines del año pasado impulsa un proyecto de ley para que el Congreso Nacional declare a 2023 el año del Té Argentino, una iniciativa que ya fue presentada por el diputado nacional Diego Sartori.
La ley tiene como objetivo “rememorar correctamente lo que sucedía hace 100 años atrás y así mantener viva la memoria de quien fuera el primer plantador y elaborador de té del país: Don Wladimiro Hnatiuk”, dice el proyecto presentado por el legislador.
“Hantiuk fue más inmigrante que inversor, más colono que refugiado, hizo su chacra, hizo plantas de mango y nísperos, hizo té hace 100 años, y las primeras plantas semi industriales del país en Misiones, cuando la provincia de la yerba apenas si tenía yerba y todavía se administraba como un Territorio Nacional”, explica Vedoya Recio.
El periodista reconstruyó la historia del té misionero a partir del testimonio de Jorge Cheroki, nieto de Hnatiuk y otras fuentes como el historiador Alfredo Poenitz y Esteban Snihur y el también periodista y descendiente de ucranianos, Jorge Balanda.
“Es muy poco lo que se sabe de esa historia”, explicó Liliana Rojas, del Centro de Investigaciones Históricas del Instituto Antonio Ruiz de Montoya.
Rojas y otros historiadores han recopilado decenas de testimonios de inmigrantes de Europa Oriental que llegaron el siglo pasado a esta provincia y fundaron ciudades e industrias. Pero sin embargo, pocos conocen en detalle la historia de Hnatiuk, según pudo comprobar este medio tras consultas a especialistas, empresarios del sector e historiadores.
Lo curioso es que Tres Capones, donde hoy está enterrado Hnatiuk, sigue siendo un pueblito tan chico como hace 100 años, mientras la industria próspera del té hizo crecer a ciudades y pueblos como Oberá, Campo Viera, Campo Grande y Alem, en la llamada zona centro de Misiones.
Tres Capones es apenas un pueblo de cinco cuadras donde predomina una iglesia ortodoxa del Manto Sagrado de María, vistosa y algo fuera de lugar. Cerca de ahí está el cementerio, donde está enterrado el héroe ucraniano.
A tan sólo 300 metros está el viejo establecimiento que hacía las veces de hogar y fábrica y que quedó detenida en el tiempo, como todo el pueblo. Sin dudas la iglesia y la historia lo convierten en un lugar con mucho potencial para el turismo, algo que podría recibir un impulso importante si se rescata esta historia centenaria y se divulga.
Según reconstruyó Vedoya Recio, Wladimiro arribó a Tres Capones junto a su hermano Emanuel en 1910 desde la región de Volynia, -siempre disputado por unos y otros, territorio que hoy se reparten Ucrania, Polonia y Bielorrusia-, para acompañar a su otro hermano, el sacerdote ortodoxo Tijón Hnatiuk quien ya estaba en la tierra colorada trabajando con la comunidad local.
Tijón, que sería un actor de reparto fundamental en la historia, había llegado el 30 de agosto de 1908 desde Kiev.
El pastor vuelve a Ucrania cuando estalló la Primera Guerra Mundial hasta 1923, cuando regresa a reencontrarse con su hermano casi 10 años después. Ese viaje dio origen al comienzo del té porque Tijón trajo consigo semillas de té de Crimea, otro territorio codiciado ya por ese entonces por los rusos, que Vladimir Putin volvió a anexarse en 2014.
El Ministerio de Agricultura le reconocería en 1937 a Wladimiro Hnatiuk que el té reunía las características organolépticas adecuadas. El ministro Miguel Cárcano le envió luego un Diploma de Honor reconociéndole la proeza de traer el té a la Argentina. “Los plantines ya tenían 15 años y no menos de 10 zafras consecutivas”, dice Vedoya Recio.
El té argentino hoy
Al igual que la yerba mate, el té argentino solamente se produce en Misiones y Corrientes. Y también como el llamado oro verde, la tierra colorada tiene la enorme mayoría de la producción: 95 por ciento de la Camellia sinensis.
La gran mayoría se exporta a más de 40 países y el principal mercado es el de los Estados Unidos. Las exportaciones de té argentino al país del norte, que lo consume como bebida fría, son aún mayores que las de China.
Según datos del Ministerio del Agro de Misiones, durante 2021 se exportaron 72.703 toneladas de té negro y 2415 de té verde. Misiones viene desarrollando fuerte el té orgánico certificado y busca darle mayor agregado a sus envíos, donde predominan los productos de bajo precio por ahora.
Cuando se habla de exportaciones de té, todos mencionan a las cuatro grandes firmas: Don Basilio, Urrutia, Casa Fuentes/Finlays y El Vasco. Pero también hay más de 20 industrias tealeras de diversos tamaños dedicadas a la exportación. Las exportaciones alcanzaron su máximo volumen en 2014 con 110 millones de dólares, pero desde entonces el sector se estancó.
Hoy está atravesando las dificultades del atraso cambiario, sin la posibilidad de poder volcar el grueso de la producción al mercado interno.
Por Martín Boerr