La polémica en torno a Twitter no ha parado de crecer en las dos últimas semanas, pero dos situaciones en particular hacen temer por el futuro de la red social: el aumento del discurso de odio y la situación económica que ha generado la llegada de Elon Musk.
Investigadores del Centro para Contrarrestar el Odio Digital encontraron que el número de tuits que contienen uno o varios insultos raciales se incrementó en la semana que transcurrió desde que Musk compró la compañía.
Un adjetivo racista utilizado para atacar a las personas de raza negra fue hallado en más de 26 mil ocasiones, tres veces el promedio de 2022. El uso de un insulto que ataca a las personas trans aumentó en un 53%, mientras que las publicaciones que contienen un término ofensivo para los homosexuales subió un 39% sobre el promedio anual.
También se registró un alza en los tuits con términos ofensivos utilizados para atacar a los judíos e hispanos.
En total, los investigadores revisaron cerca de 80 mil tuits y retuits escritos en inglés de todo el mundo que contenían uno de los términos ofensivos que buscaban.
“Las cifras muestran que, a pesar de las declaraciones del director del Consejo de Confianza y Seguridad de Twitter, Yoel Roth, sobre que la plataforma había logrado reducir el número de veces que se veía el discurso de odio en la página de búsqueda y de tendencias de Twitter, el volumen real de tuits de odio se ha disparado”, según el análisis del centro, una organización sin fines de lucro con oficinas en Estados Unidos y Gran Bretaña.
A su llegada, Musk prometió que habría más libertad en Twitter. Ofreció incluso devolverle la cuenta a Donald Trump, suspendida por su papel en el asalto al Capitolio, aunque éste se negó.
Ultraderechistas aplaudieron que Musk comprara la red social, interpretando que tendrán más libertad de acción. El temor que se generó fue tal que Musk tuvo que salir a decir que habría un estricto control para evitar los discursos de odio.
Hace un tiempo, Facebook vivió una situación similar, cuando fue señalada de no hacer nada para detener el discurso de odio, el extremismo e incluso la difusión de ataques terroristas en vivo. Se creó entonces una Junta de Supervisión, una suerte de tribunal que financia la misma empresa, pero independiente de ella, para verificar que se implementen acciones que paren y eliminen la difusión de ese tipo de información.
Expertos han pedido medidas para supervisar a las plataformas sociales, crear Juntas de Supervisión, incluso de parte de los Estados, para evitar la proliferación del odio en las mismas.
Lo que está pasando en Twitter podría renovar los llamados y exigencias en ese sentido, aunque del otro lado están quienes defienden la libertad de expresión como base de las redes sociales.
El otro elemento de preocupación es la situación económica de Twitter. Empresas como General Motors, General Mills, Audi, Pfizer, están abandonando la plataforma. Unas, consideran que el hecho de que el dueño de la red sea también dueño de Tesla constituye un conflicto de interés. Otras, precisamente por el temor de que las cosas se salgan de control en Twitter y se vuelva una plataforma divisiva, que fomente discursos racistas y de odio. Algunas dijeron que esperarán a ver qué rumbo toma Twitter, preocupadas, entre otras cosas, por la decisión de Musk de cobrar por otorgar la verificación que antes obtenían empresas, políticos, instituciones de reconocida trayectoria.
Existe la preocupación de que el cobro por la verificación significará que cualquiera podrá suplantar a otro y ser verificado con sólo pagar los 8 dólares.
La salida de las empresas está ocasionando dificultades que el propio Musk reconoció ante sus empleados, ante quienes no descartó que Twitter, el gigante de las redes sociales, termine en bancarrota. ¿Será el principio del fin de Twitter? * Con información de agencias
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