Un equipo internacional de paleontólogos presentó en Nueva Zelanda huesos fósiles de dos especies de pingüinos recientemente descritas, una de las cuales se cree que es el pingüino más grande que jamás haya existido, con un peso superior a 150 kilos, más de tres veces el tamaño de los pingüinos vivos más voluminosos.

Los especialistas la Universidad de Cambridge (Reino Unido), la Universidad de Massey (Nueva Zelanda) junto a la , Universidad Estatal de Iowa, (Estados Unidos) informaron el descubrimiento en el Journal of Paleontology. El autor principal del artículo, Alan Tennyson, perteneciente al Museo de Nueva Zelanda Te Papa Tongarewa, descubrió los fósiles en rocas de playa de 57 millones de años en North Otago, en la Isla Sur de Nueva Zelanda, entre 2016 y 2017.

Luego, gracias al trabajo del equipo, los fósiles pudieron ser expuestos en las rocas. Se ha identificado que tienen entre 59,5 y 55,5 millones de años, lo que marca su existencia aproximadamente entre 5 y 10 millones de años después de la extinción del Cretácico final que condujo a la extinción de los dinosaurios no aviares. El equipo usó escáneres láser para crear modelos digitales de los huesos y compararlos con otras especies fósiles, pájaros buceadores voladores como alcas y pingüinos modernos.

Para estimar el tamaño de la nueva especie, el equipo midió cientos de huesos de pingüinos modernos y calculó una regresión utilizando las dimensiones de los huesos de las aletas para predecir el peso. Llegaron a la conclusión de que los huesos de aletas más grandes pertenecen a un pingüino que inclinó la balanza con un asombroso peso de 154 kg. En comparación, los pingüinos emperador, los más altos y pesados de todos los pingüinos vivos, suelen pesar entre 22 y 45 kg.

”Los fósiles nos brindan evidencia de la historia de la vida y a veces esa evidencia es realmente sorprendente. Muchos de los primeros pingüinos fósiles alcanzaron tamaños enormes, eclipsando fácilmente a los pingüinos más grandes que existen hoy en día. Nuestra nueva especie, Kumimanu fordycei, es el pingüino fósil más grande jamás descubierto: con aproximadamente 150 kilogramos de peso”, afirmó el coautor Daniel Field, del Departamento de Ciencias de la Tierra de Cambridge.

El equipo nombró a la nueva especie Kumimanu fordycei en honor al doctor R. Ewan Fordyce, profesor emérito de la Universidad de Otago. “Ewan Fordyce es una leyenda en nuestro campo, pero también uno de los mentores más generosos que he conocido. Sin el programa de campo de Ewan, ni siquiera sabríamos que existieron muchas especies fósiles icónicas, por lo que es correcto que tenga su propio pingüino homónimo”, sugirió el primer autor, Daniel Ksepka, del Museo Bruce en Greenwich, Connecticut.

Beneficios colaterales

También se encontraron múltiples especímenes de una segunda especie de pingüino, lo que proporciona una vista detallada del esqueleto. Apodado Petradyptes stonehousei, pesaba 50 kg, es decir que era más pequeño que Kumimanu fordycei pero todavía muy por encima del peso de un pingüino emperador. El nombre combina el griego ‘petra’ para roca y ‘dyptes’ para buzo, un juego sobre el pájaro buceador que se conserva en una roca. Stonehousei rinde homenaje al difunto Bernard Stonehouse (1926-2014), la primera persona en observar el ciclo reproductivo completo del pingüino emperador, un hito importante en la biología de estos animales.

Estas dos especies recién descritas muestran que los pingüinos se hicieron muy grandes al principio de su historia evolutiva, millones de años antes de que afinaran su aparato de aletas. El equipo observó que las dos especies conservaban características primitivas, como huesos de aletas más delgados y puntos de inserción muscular que se asemejan a los de las aves voladoras.

Cuando se le preguntó a los científicos por qué los primeros pingüinos crecían hasta alcanzar proporciones titánicas, Ksepka especuló que eso los hacía más eficientes en el agua. “El tamaño transmite muchas ventajas. Un pingüino más grande podría capturar presas más grandes y, lo que es más importante, habría sido mejor para conservar la temperatura corporal en aguas frías. Es posible romper la barrera del tamaño de 45 kilos que permitió que los primeros pingüinos se propagaran desde Nueva Zelanda a otras partes del mundo” indicó.

”Cuando comenzamos a pensar en estos hallazgos no como huesos aislados sino como partes de un animal vivo completo, entonces comenzó a formarse una imagen. Los grandes animales marinos de sangre caliente que viven hoy en día pueden sumergirse a grandes profundidades. Esto plantea dudas sobre si Kumimanu fordycei tenía una ecología que los pingüinos de hoy no tienen, al poder llegar a aguas más profundas y encontrar alimentos que no son accesibles para los pingüinos vivos” continuó el coautor Daniel Thomas, de la Universidad de Massey en Auckland.

Kumimanu fordycei debe haber representado un avistaje absolutamente asombroso en las playas de Nueva Zelanda hace 57 millones de años, “y la combinación de su gran tamaño y la naturaleza incompleta de sus restos fósiles la convierte en una de las aves fósiles más intrigantes jamás encontradas. Con suerte, los futuros descubrimientos de fósiles arrojarán más luz sobre la biología de este asombroso pingüino primitivo”, concluyó Field, quien también es conservador de ornitología en el Museo de Zoología de Cambridge.

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