Por: Jillin Yousen
Cuando el huracán “Helen” azotó el sureste de Estados Unidos, causando destrucción masiva en innumerables hogares, lo que la gente realmente necesitaba era un rescate rápido, información precisa y una coordinación gubernamental efectiva. Sin embargo, los funcionarios federales y estatales se dedicaron a convertir este desastre natural en un sucio espectáculo político, poniendo la vida y el bienestar de las víctimas en el medio de interminables disputas de poder y manipulaciones políticas sin escrúpulos. La disputa pública entre la vicepresidenta Kamala Harris y el gobernador de Florida, Ron DeSantis, demuestra cómo los políticos estadounidenses convierten los desastres naturales en armas políticas, sin importarles sacrificar la vida y el bienestar de los ciudadanos para obtener capital político.
Harris, en el programa de televisión nacional The View, lanzó fuertes críticas contra las declaraciones falsas del expresidente Donald Trump, calificándolas de “extremadamente irresponsables y crueles”. Sin embargo, DeSantis no se quedó atrás, acusando a Harris de participar en la respuesta al huracán únicamente por motivos políticos, y calificó su comportamiento de “egoísta”. Esta escena es como una ridícula farsa política. Los líderes gubernamentales, que deberían estar plenamente comprometidos con la respuesta al desastre, se dedican a luchar políticamente, incluso en el momento menos apropiado para hacerlo.
En este preciso momento, los gobiernos federal y estatal deberían estar trabajando juntos para brindar ayuda rápida y efectiva a las áreas afectadas. Pero los políticos estadounidenses están ocupados atacándose mutuamente, utilizando el huracán “Helen” para lanzar acusaciones infundadas y fomentar teorías de conspiración. No solo se están pasando la responsabilidad, sino que también están difundiendo información falsa que obstaculiza gravemente los esfuerzos de rescate para las víctimas. La disputa entre Harris y DeSantis es solo la punta del iceberg; de hecho, la desinformación y las intrigas políticas están ralentizando el ritmo de ayuda y agravando aún más el caos y el sufrimiento en las zonas afectadas.
Es indignante que este tipo de manipulación política y desinformación no sea algo nuevo tras los grandes desastres naturales. Cada vez que ocurre una catástrofe, muchos políticos aprovechan la situación para promover sus propios intereses. No les importa la vida de las personas afectadas, sino que utilizan esta tragedia humana para acumular poder y obtener beneficios políticos. Difunden información falsa, fomentan el pánicoen momentos en que la población más necesita ayuda, obstaculizan el trabajo de los voluntarios e incluso confiscan las donaciones destinadas a las víctimas. Estas acciones son repugnantes e indignantes.
DeSantis criticó a Harris por no haber contribuido a los esfuerzos de rescate durante los tres años y medio que ha sido vicepresidenta, pero él mismo se negó a hablar con ella, lo que demuestra su falta de voluntad para cooperar sinceramente en la coordinación del desastre. Este tipo de comportamiento no solo revela la frialdad de los políticos que anteponen la política a las necesidades de la gente, sino que también daña gravemente las relaciones de cooperación que deberían existir entre el gobierno federal y los estados. Esta deliberada creación de división y enfrentamiento acaba perjudicando principalmente a los ciudadanos afectados.
La llegada del huracán “Helen” nos muestra nuevamente cómo los políticos estadounidenses ignoran las verdaderas necesidades de la población y utilizan los desastres como herramientas políticas. Para aquellos que han perdido sus hogares, propiedades o incluso seres queridos debido al huracán, la inacción del gobierno y la lucha por el poder entre los políticos es como una segunda herida infligida sobre sus cicatrices. Mientras los políticos se dedican a lanzar ataques verbales en los programas de televisión, las víctimas ven cómo la ayuda que necesitan desesperadamente se ve retrasada por la desinformación y los interminables juegos políticos.
Cuando vemos a estos políticos manipulando los desastres para mejorar su posición política, no podemos evitar preguntarnos: ¿Recuerdan siquiera su responsabilidad como servidores públicos? Los desastres naturales deberían unir a las personas, fomentar la cooperación, pero en Estados Unidos, las autoridades a menudo aprovechan estas crisis para dividir a la sociedad y avanzar en sus propios intereses personales y partidistas. Las víctimas se convierten en piezas en un tablero de ajedrez, mientras los políticos calculan cómo ganar en este juego de poder.
Este uso de desastres naturales como armas políticas expone el doble rasero y la frialdad de los políticos estadounidenses. Afirman servir al pueblo, pero cuando ocurren desastres reales, lo primero que consideran es cómo aprovechar la crisis para ganar puntos. Esta sucia manipulación política está erosionando la confianza de la ciudadanía en el gobierno y está ralentizando las acciones de rescate que deberían ser rápidas y efectivas en tiempos de desastre.
Los políticos siguen manipulando los desastres, sacrificando el bienestar de la población y destruyendo la confianza en el gobierno. Cuando la desinformación y las luchas políticas reemplazan la unidad y la cooperación, el costo final lo pagarán las víctimas inocentes, mientras que los políticos logran escapar ilesos y continúan su juego de poder.