Representantes y líderes de diversas iglesias, como evangélica, presbiteriana, bautista y católica se comprometieron a mantenerse unidos a través del diálogo para la construcción de la paz en el país, al tiempo que exigieron mejores políticas públicas para garantizar la seguridad.

“Como hijos de un mismo padre, nos dolemos junto con miles de hermanas y hermanos que han perdido a sus seres queridos por asesinatos, desapariciones, feminicidios, trata y explotación de personas.

“Manifestamos que nadie debe vivir en este clima de violencia cotidiana”, expresaron a través de un comunicado.

Destacaron que todas las iglesias unidas podrán contribuir a mantener una esperanza activa por la paz.

“En consonancia con muchas otras iniciativas que exigen el fin de tanta violencia en el país, mantenemos la esperanza de que es posible cambiar esta realdad como fruto de la renunciación de uno mismo, con Dios y con el prójimo”, subrayaron.

Consideraron también que es necesaria la implementación de mejores políticas públicas por parte de las autoridades civiles en todos los niveles de gobierno, quienes, a su juicio, tienen la responsabilidad primaria de garantizar la paz y la seguridad en la nación.

En esa reunión, en la que estuvieron presentes monseñor Ramón Castro, secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano; pastor Cirilo Cruz, presidente de la Confraternidad Evangélica de México; presbítero José Obed López, de la Iglesia Nacional Presbiteriana, y pastor Pedro Ramírez, presidente de la Convención Regional Bautista Central, entre otros, los líderes religiosos acordaron orar permanentemente por la paz en México.

Además, coincidieron en exhortar conjuntamente a las autoridades a encontrar mejores y más eficaces estrategias de seguridad ciudadana que garanticen la paz social, los derechos y las libertades fundamentales.

También influirán para hacer conciencia entre sus comunidades de que la paz “es un don de Dios que se recibe y se trabaja, afirmando el valor de que todo humano es sagrado. A nadie le es lícito privar de la vida y de la libertad a un semejante”.

Los jerarcas religiosos establecieron “trabajar en favor de todas las formas de justicia, solidaridad y amor al prójimo, pues en nuestros corazones resuenan las palabras de Jesús: ‘Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios’”.

Hace unas semanas, el presidente de la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas y Evangélicas (Confraternice), Arturo Farela Gutiérrez, acusó a la Iglesia católica de pretender “incendiar el país”, luego de que obispos y sacerdotes cuestionaron la eficacia de la estrategia gubernamental de abrazos, no balazos.

“Desde que López Obrador ganó, se vio un rechazo de un importante sector de la jerarquía católica. No sé si esa sea la razón por la que el Presidente no los ha recibido como antes lo hacían los mandatarios de sexenios pasados sin dejar de ser un país laico. La jerarquía católica pretende incendiar el país, que sea como sea, está siendo gobernado a través de la paz”, dijo Farela.

Sin embargo, Mario Ángel Flores Ramos, exrector de la Universidad Pontificia de México y actual director del Observatorio Nacional de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), rechazó las acusaciones de Farela al argumentar que desde hace tiempo el país ya está incendiado por la violencia con toda la criminalidad sin control, por la falta de apego a las leyes y por la impunidad que se ha tenido desde hace años, pero que se han agudizado en el actual gobierno.

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