Sabinas.— A pesar de las expectativas generadas por las autoridades en las últimas horas, ayer no se pudo iniciar el rescate de los 10 mineros atrapados desde hace una semana en el pozo de carbón de la localidad de Agujita, ante la angustia, decepción y desesperación de sus familiares, quienes velan día y noche a la espera de buenas noticias.
Ocho días después de la inundación que provocó la desgracia, se informó que continúa el descenso del nivel del agua, lo que permitió que personal de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y de la mina donde ocurrió el accidente se introdujera en el pozo número 4, pero sólo para realizar labores de exploración.
Durante más de tres horas, una canastilla metálica o “cápsula de vida” bajó y subió varias veces por el túnel vertical de dicho pozo, con al menos dos militares equipados con tanque de oxígeno y casco con lámpara.
También participó un trabajador voluntario de la mina o “monero” en el operativo para verificar las condiciones existentes y retirar escombros y pilotes de madera que flotaban en el agua y obstruían el paso.
Además, monitorearon los niveles de gas metano que expide la mina y que pueden ser letales para los rescatistas.
Cada vez que ascendía la canastilla, al llegar a la superficie los elementos de la Sedena y el “monero”, empapados y exhaustos, eran auxiliados por soldados y marinos, y minutos después volvían a descender. Finalmente, los trabajos pararon ante la falta de garantías de seguridad.
“Nos explicó uno de los buzos que bajaron al pozo número 4 que todavía se encuentran obstáculos para poder entrar a las galerías de la mina, seguirán los trabajos de bombeo para que puedan volver a ingresar y continuar con la búsqueda y rescate”, escribió anoche en Twitter el gobernador Miguel Riquelme.
Una espera larga y dolorosa
En la llamada “zona cero” y en las inmediaciones de la mina, donde se ubican los campamentos que han instalado los familiares de los 10 mineros que permanecen atrapados, se respira una tensa y angustiosa calma.
Al cumplirse una semana del accidente, las familias expresaron su confianza en los trabajos que realizan la Sedena, la Marina y la Coordinación Nacional de Protección Civil, entre otras instituciones, pero recalcaron que la incertidumbre que sufren es “desesperante”, pues cada minuto que transcurre es vital para que el rescate sea exitoso.
La señora Magdalena Montelongo Pérez, hermana del minero jubilado Jaime Montelongo Pérez, uno de los 10 trabajadores atrapados, aseguró que toda su familia mantiene la esperanza de que se pueda rescatar con vida a los mineros.
“Pienso que ha sido una espera muy larga, muy dolorosa, muy desesperante. Pienso que ellos [los equipos de rescate] han hecho hasta lo imposible para hacer esto, pero para uno que está aquí se han hecho muy eternos estos ocho días. Hoy hace ocho días, ¿verdad?, y ya dicen que ya hoy, de hoy a mañana ya los rescatan. Estamos así con la incertidumbre de que ya en realidad sea verdad”, expresó Magdalena.
Sentada junto a un altar con la figura de San Judas Tadeo, donde la familia mantiene encendidas dos veladoras con dos fotos del minero Jaime Montelongo, la señora Magdalena comentó que su hermano ya está pensionado, pero regresó a trabajar porque aún se siente con fuerza para seguir laborando, “y no quería trabajar en otra cosa que no fuera esto”.
“Él sabía de los riesgos y peligros, porque decía: ‘Uno baja, viene a este trabajo, mas no sabe si regresa’”, apuntó.
Los familiares también criticaron la negativa de las autoridades federales para que se sumara a los trabajos un grupo de Protección Civil del estado de Nuevo León que llegó voluntariamente para tratar de ayudar.
Mientras tanto, los gobiernos federal y estatal se mantienen herméticos, sin proporcionar información sobre los avances de los trabajos a los medios que permanecen en las inmediaciones de la “zona cero”.