El primer mitin de Donald Trump de 2022 sirvió para dejar claro lo que ya se sabía: que el expresidente no va a recapacitar su posición sobre lo que sucedió el 6 de enero 2021 y que sigue defendiendo, sin pruebas y creyendo teorías de la conspiración, que ganó las elecciones de 2020.

Trump tiene un guion muy claro en sus intervenciones públicas, una retórica que no cambia porque cree efectiva ante sus seguidores, con un lenguaje agresivo y sin tapujos plagado de tintes xenófobos y tránsfobos, redoblando su apuesta por mantener viva la “Gran Mentira”, defendiendo la turba trumpista que atacó el Capitolio y atacando sin miramientos al gobierno de Joe Biden.

“El mitin del 6 de enero [de 2021] fue una protesta contra una elección amañada […] La insurrección real se produjo el día de las elecciones”, dijo, poniendo sobre la mesa teorías conspiradoras totalmente descartadas y falsas, como que había infiltrados del FBI entre los asaltantes del Capitolio.

A pesar de que su discurso sigue con los mismos temas e ideas, el eslogan de sus discursos evoluciona con el tiempo. Si apareció en la escena política con un Make America Great Again, que evolucionó en un Keep America Again, ahora el lema es Save America: salvar a Estados Unidos de un gobierno demócrata “malvado, incompetente, vergonzoso”, que está llevando al país “hacia el infierno”.

“Nunca hubo un momento más peligroso en la historia que el que estamos viviendo ahora mismo”, dijo.

Gran parte de su discurso lo centró en la defensa de los asaltantes del Capitolio. El 6 de enero, en el primer aniversario del ataque, canceló a última hora una aparición pública para comentar la efeméride, y este sábado fue su momento de defender a los centenares de “prisioneros po

líticos” que viven “en un infierno” en las cárceles de todo el país, acusados de varios delitos. El núcleo, sin duda, fue insistir en las dudas sobre el sistema electoral, insuflando dudas en unas elecciones sin, como siempre, poner sobre la mesa ninguna prueba de fraude. Es más: dejó entrever e instó a sus seguidores que, si de ahora en adelante los resultados no son los deseados, será razón para no confiar “nunca más en unas elecciones”, y amenazó con que “nunca más habrá una democracia justa y libre” en EU.

Trump, con ello, volvió a hacer malabares para ser la víctima de un sistema que sigue creyendo que juega en su contra, apropiándose de retórica que suena correcta pero que, en su voz, es totalmente opuesta a sus acciones; todo por su beneficio político. En el ambiente siempre hubo la sombra del regreso de Trump a primera línea política, quizá preparando el terreno para una candidatura en 2024 que no se termina de concretar. “Vamos a retomar la Casa Blanca”, gritó, sin dar más pistas.

Por el momento, el expresidente demostró que está dispuesto a seguir con sus mítines para asegurar que en las legislativas de noviembre llegan a Washington el mayor número de candidatos trumpistas posible. “Vamos a organizar un regreso como nadie ha visto nunca”, resolvió.

Como ya es habitual, hizo referencia a su buena relación con el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, “a pesar de que es un comunista”, y le agradeció que, durante su mandato, pusiera miles de soldados de la Guardia Nacional en tareas de control de migrantes.

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